El refranero popular es sabio.
El matrimonio tiene sus ventajas, pero no puedes evitar pensar, ¿dónde está mi tranquilidad de
soltero?, ¿por qué tuve que que perderla?
Procuro evitarlo, pero de vez en cuando me toca llevar a mi suegra en el coche.
El otro día la llevaba al aeropuerto justo de tiempo, porque se empeño en
comerse todos los postres del restaurante y nos paró la Guardia Civil de Tráfico.
Yo: -¿Cuál es el problema agente?
Oficial: -Circulaba a 120 Km/h en una zona de 80.
Yo: -No señor, iba a 85.
Mi suegra: -No es cierto, ibas a 120.
Le echo una mirada de advertencia a mi mujer para que controle a su puñetera
madre.
Oficial: -También lo voy a multar porque tiene fundida la luz de freno de la
izquierda.
Yo: -¿Luz? ¿Qué luz ? No tenía ni idea.
Mi suegra: -No te hagas el tonto. Te dije que tenías la luz fundida hace lo menos 6
semanas.
Esta vez la echo una mirada venenosa directamente a ella, de esas que causan
pavor.
Oficial: -También lo multaré por no usar el cinturón de seguridad.
Yo: -¡Pero si me lo quité en el momento que me detuvo!
Mi suegra: - ¡¡¡Por favor, pero si tú nunca lo utilizas!!!
Ahí reventé y en el colmo de la exasperación grité:
"¡¡¡CIERRA EL PICO, HIJA DE PUTAAAA!!!"
Oficial: -Señora, ¿le habla así normalmente?
Mi suegra: - No... sólo cuando está borracho...
Mucho ojito con quién lleváis en el coche. Sobre todo si es la puñetera madre de vuestra mujer.
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