Hace (casi) un par de años nos fuimos a Italia de vacaciones y necesitábamos un GPS con las carreteras de Europa.
Miramos varios y al final optamos por un TomTom, por eso de la garantía del lider.
En buena hora.
Aparte de que te haga alguna pirula con las carreteras (no nos engañemos, no es culpa del TomTom, es culpa del tonto del alcalde de turno que para justificar su seguroquemásquelamentable paso por la alcaldía se dedica a cambiar el sentido de las calles), hubo un momento que empezaba a fallar la batería. De hecho, sólo funcionaba si estaba conectado a la batería del coche; en cuanto lo desenchufábamos, se apagaba.
Por eso decía al principio casi un par de años, porque aún está en garantía.
Como este verano nos íbamos al sur de Francia, llamé al servicio técnico para asegurarme que el aparato en cuestión iba a estar de vuelta con tiempo suficiente antes del viaje.
Me dijeron que lo de la batería no era normal y me aseguraron que tendría el aparato de vuelta con tiempo de sobra.
Nos fuimos el viernes y el martes aún no había llegado el aparato a casa. Llegó el miércoles. Uf, por los pelos.
Lo encendí y comproble que el plano de Francia estaba cargado. Vale. Suficiente. Sí me di cuenta que no era el mismo aparato, sino que lo habían sustituido por otro, el número de serie no era el mismo; bueno, mientras funcione, me vale.
Cuando el viernes nos pusimos en marcha, llegó la sorpresa. La primera sorpresa. La indicaciones escritas estaban en castellano. Los idiomas estaban en ruso, en croata, en búlgaro, en griego. Los iconos de castellano (hombre y mujer, que hay que ser civilizados) estaban, sí, pero al intentar activarlos te daba error.
Afortunadamente mi mujer sabe algo de griego y con eso nos podíamos (medio) apañar.
El lado positivo es que mis sobrinos, que se acoplaron al viaje, y yo hemos aprendido cómo se dice en griego "A 200 metros gire a la izquierda" y "Después de 500 metros permanezca en el carril derecho".
Metá diacosia metra estripste aristerá.
Metá pendacosia metra paramínete dexia.
Más o menos.
Todo tiene su lado positivo.
O casi todo, porque el bendito TomTom tenía otro regalito: la pantalla saltaba sola. No, no es que se pusiera a hacer el canguro por el salpicadero, sino que del plano saltaba al menú principal y ahí se quedaba hasta que lo cerrabas. Y normalmente cerrabas el menú y volvía a saltar a él, así que tenías que estar echando una visual rápida para anticiparte un poco a lo que venía. Estos señores de TomTom tienen una extraña percepción de lo que es un GPS; para ellos es un aparato que hay que estar manipulando contínuamente. Para la policía de tráfico no. Esto lo puedo explicar porque iba de copiloto y estaba más tiempo actuando sobre el GPS que viendo la carretera. ¿Os imagináis un conductor teniendo que toquetear continuamente la pantalla del cacharro?
Cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba, llamé al servicio técnico de TomTom. La solución que me dieron como respuesta no la trascribo porque, en mi opinión, es delito.
En fin, nos recorrimos el sur de Francia con un GPS que hablaba griego y en el que no se podía ver los planos.
Y para colmo, la duración de la batería no era para tirar "cobetes", como dicen en mi pueblo. Algo sí, pero unos minutos, no más.
La impresión que tengo, mi impresión personal, es que cogieron alguno de los que les habían llegado devueltos y me lo enviaron a ver si colaba. Y supongo que también existe la posibilidad según esta teoría persona de que el mío termine en el salpicadero de algún incauto que decidió comprarse un TomTom.
Lo he enviado al servicio técnico, por cierto el servicio técnico está en Rumanía, los TomTom defectuosos de España, y del resto de Europa supongo, los envían a Rumanía; ya me diréis que idea del idioma necesario en el cacharro tienen allí.
Les dije que se dieran prisa, que lo necesitaba urgentemente para el trabajo. Me dijeron que sí, que no me preocupase. Aún lo estoy esperando. Y ya veremos en qué estado llega.
Antes de enviarlo les propuse dos alternativas. La primera, que me devolviesen el dinero; ¡qué menos, si no son capaces ni de darse cuenta de que sus reparaciones son una chapuza! Y la segunda, que me iba yo a una tienda a comprar uno nuevo (que pagarían ellos, claro) y así nos asegurábamos que no la cagaban otra vez.
No aceptaron ninguna de las dos alternativas.
Así les va. TomTom es una de las próximas empresas en desaparecer. Dos - tres años, como mucho.
En mi opinión, TomTom, chapuza, timo y fraude son palabras asociadas de por vida.
Pero puedo estar equivocado. Como siempre. Ya se encarga mi mujer de recordármelo. Todos los días. Y varias veces cada día.
Si alguno necesita que le preste mi GPS, sin problema. Sólo que tendrá que esperar a que me lo devuelvan y no garantizo que esté en un idioma medianamente entendible.
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