Crispación.
Esta es la palabra que hemos aprendido en los últimos años y que se ha metido en nuestro vocabulario y nuestras vidas como si siempre hubiera estado ahí.
Es cierto que siempre ha habido gente borde que contestaba de un modo desproporcionado cuando menos te lo esperabas. Pero sufrían una reprobación social más o menos clara.
Ahora todo el mundo está crispado; un peatón cruza un semáforo en rojo y se enfrenta a gritos contra los coches que le pitan, los padres insultan a los profesores que reprenden a sus hijos, los entrenadores de fútbol desprecian a los aficcionados que no están de acuerdo con ellos, los políticos se olvidan de instituciones y amistades personales con tal de arañar un puñado de votos. O al menos creen que los podrán arañar.
Ayer 4 hombres se crisparon y se creyeron con el derecho de matar a sus respectivas mujeres. Ayer 4 mujeres murieron a manos de sus respectivos crispados maridos.
¿Tienen acaso la culpa nuestros políticos de estas muertes? No lo sé, pero si desde sus atriles no dan ejemplo de ciudadanía, no contribuirán a calmar los ánimos. Se olvidan de que el ejemplo es la mejor educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario