A la hora de celebraciones, siempre me he sentido más identificado con el día de mi santo que con el de mi cumpleaños. No sé supongo que era porque San José era festivo de una u otra manera, mientras que mi cumpleaños caía año sí y año también en laborable.
Con el paso del tiempo el 19 de marzo me toca trabajar; aun asi, sigo considerándolo mi día ( ♫♪♫ Felicidades a mí, felicidades a mí, ... ♪♫♪ ). Aunque ni mi mujer se acuerde de felicitarme; es posible que sea porque es atea y está reñida con los santos, y porque se ha desvinculado del caracter religioso y El Corte Inglés se ha encargado de que sea El Día del Padre con paso obligado por caja para comprar regalos inutilizables. Y que sepamos, no soy padre, por lo que no es un motivo para felicitarme.
Cada X tiempo quedo con mis hermanas y primas para tener mi dosis de sobrinos. Creedme, es el mejor método anticonceptivo jamás creado. A quien Dios no da hijos, el diablo da sobrino. Qué hijo de puta el diablo este.
Yo tengo sobrinos, resobrinos, sobrinos políticos, sobrinos postizos, ... Me encanta estar con ellos. ... quince minutos. ... después los mando con sus puñeteros padres. Y es cierto, me quitan las ganas de tener hijos como mínimo por un par de meses; entonces vuelvo a quedar con mis hermanas y primas para recibir mi nueva dosis anti-baby.
Este fin de semana estuve en París, de donde vienen los niños. O a donde van. Fue por un tema de la secta, así que Isabel no me acompañó. Se fue a Chinchilla. ¿ Dónde va a parar ? ¿ París – Chinchilla, París – Chinchilla ? A optó por Chinchilla. ¿ Dónde va a parar ?
El caso es que me tocó ir solo.
Al llegar a mi asiento vi que tenía a mi derecha, al lado de la ventana, a un crío de unos 8 años y a mi izquierda a una señora de unos 80.
Qué raro que me hayan colocado a mí entre la abuela y el nieto, pensé.
El crío comenzó a saltar en el asiento y la abuela me miró con cara de angustia. Ahí me enteré de que no eran familia, que el niño tenía que haber cogido el vuelo de por la mañana, pero que hubo overbooking y que se quedó en tierra para el de las 7 de la tarde.
Además de los nervios de un chaval de 8 años, para tenerlo entretenido le habían dado todo lo que pedía, y el crío se puso a pedir todo lo que no había probado hasta entonces, entre otras cosas Nestea, así que me habían colocado al lado de una bomba de 8 años que rezumaba té. ¡ Vaya viajecito me esperaba ! Antes de despegar ya había preguntado el típico “ ¿ Cuánto falta ? ”.
A los cinco minutos, después de haber preguntado otro par de veces que cuánto faltaba, ya me había recitado toda la alineación del Real Madrid y la de todos los equipos de primera y segunda división. Y a mí, que no me gusta el fútbol, era como si me recitase la alineación del Partido Comunista Chino. O del Partido Comunista Español, que a todos nos suena también igual a chino.
A los quince minutos dejé de ser divertido porque me había puesto a leer un libro y se enzarzó con el gabacho que llevaba detrás. El pobre se había pasado la noche en vela para poder dormir en el viaje y el azar le reservo un asiento detrás de Enrique, que así se llamaba el diablo de crío.
Luego con las azafatas.
¿ Y cuánto falta ?
Luego con el resto del pasaje.
En un momento dado me preguntó que si no se podían abrir las ventanillas. Creeme, le dije, si se pudieran haber abierto, más de uno se hubiera ofrecido voluntario para provar si el nene era capaz de volar.
¿ Y cuánto falta ?
Puto crío de los cojones; ¿ no se atragantará con el chicle ?
Al ir a aterrizar se negaba a ponerse el cinturón de seguridad. A mí me daba igual; quizás así me podía librar de él.
Dos horas de puro nervio tocando algo más que las narices.
Era un niño que hacía cosas de niño. Con el recuperé recuerdos de mi niñez y perdí algún que otro pelo de mi vejez.
¿ Y queréis que tengamos niños ? No lo dudéis; esta dosis de anticonceptivos me va a durar para lo que queda de año, si no más.
