Ayer me ocurrió algo que para entenderlo tenéis que leer la entrada
¿Ya la habéis leído?, pues entonces podéis seguir. Si no, leedla.
Íbamos por una pequeña carretera local que pasaba por varias aldeas y urbanizaciones, así que la
velocidad máxima era de 50 km por hora.
Para colmo estaban en obras, así que la velocidad no estaba limitada a 50 sino a 40 km por hora.
Os podéis imaginar, señal de 40, veinte metros más allá una antigua de 50 para diez metros
después volver a encontrarte con una de 40, con una reseña debajo de “RECUERDE” por si se te
había olvidado.
Así durante 20 km.
Se me olvidaba decir que al principio de este tramo de 20 km había un megacartel de tipo de los
del Plan-E con que te recordaba “POR SU SEGURIDAD, TRAMO CON CONTROL DE VELOCIDAD” y
de que no había ninguna señal de fin de limitación de velocidad.
En fin, como la administración está en plan recaudador con las multas no me quedaba otra que ir
a 40 km / h. Y es difícil, os lo aseguro. A 70, 60 o incluso 50 km / h se puede ir; pero a 40 te
adelanta hasta mi madre en silla de ruedas.
Y tienes que ir en primera, porque en segunda ya te pasas. De hecho, tengo que reconocer que
me he pasado en alguno de los tramos.
Y justo tras uno de esos tramos hemos oído la sirena de la policía que venía adelantando la fila de
coches que llevábamos detrás de nosotros.
Nos hemos echado al arcén para que pasase, porque iba adelantando por línea continua, pero
cuando ha llegado a nuestra altura me ha hecho señal para que parase.
Mierda, me han cazado; 100 euracos como mínimo.
Hemos parado detrás de ellos en el minúsculo arcén, ha salido uno de los policías y me ha
pedido la documentación. Le he dado el carnet de conducir, pero no ha tenido bastante, me ha
pedido el resto de papeles del coche. Ha vuelto a insistir en reclamarme el permiso de
circulación, porque como hemos comprado el coche hace menos de un mes, aún no tengo el
documento definitivo. Ha comprobado la matrícula y ha vuelto a mi altura junto con su
compañero.
Uf, esto se pone feo.
Comienza el interrogatorio.
- ¿Sabe por qué le hemos parado?
- Pues … supongo que … por la velocidad, supongo.
- ¿Sabe cuál es el límite de velocidad?
- Pues … 50, … y 40 en algunos tramos.
- ¿Y sabe a qué velocidad iba?
Joder, a 50 en algunos tramos, y casi a 60 una vez.
- Pues … supongo … que … glub …
- ¡A menos de 40! ¡Iba a menos de 40! ¿Usted se cree que puede montar la cola de coches
que ha liado?
- Eim. Pero la limitación era de 40.
- Si, ya, claro, pero nadie va a esa velocidad.
- Si, vale, ¿y el control de velocidad?
- ¿El qué? Le hemos parado por velocidad anormalmente reducida.
- Pero no es anormalmente reducida, es la que marcan las señales.
- Es anormalmente reducida, porque está formando una cola de coches tremenda.
De hecho, cuando hemos visto la fila de coches pensábamos que era algún vehículo
averiado, o uno de estos que se conducen sin carnet, o un burro, …
- Amos, no me jodas, que me has parado por atenerme al código de circulación.
- Si yo ya sé que según las señales está conduciendo bien …, pero, coño, un poco más de vidilla.
O sea, que me he llevado la bronca del siglo por hacer las cosas bien.
A todo esto, iba con Isabel en el coche. A ver cómo la convenzo de que hay que respetar
escrupulosamente el código de circulación. Tengo la sensación de intentar explicarle las reglas
matemáticas a mi niña para que luego venga su profesor y le diga, no, chica, que esto de las
matemáticas es aproximado, que 2 más 2 son 4 sólo a veces, otras veces son 5 y otras 3.
Y no me quiero imaginar el descojone que se han tenído cuando han llegado a puesto de la
policía y handicho que han parado a un madrileño por "velocidad anormalmente reducida".
¡Qué vergüenza! Casi hubiera preferido que me cascasen la multa de 100 € por exceso de
velocidad como a todo el mundo.
A ver, Ministro de Interior, quién seas, ven y explícamelo. O mejor aún, no
me pidas el autógrafo
si alguna vez me paso y me pillas.