Chica lista. Muchas veces me pregunto qué carajo hace con un cantamañanas como
yo. La verdad es que me cuesta entenderlo.
Me llamó para decírmelo; estaba eufórica.
- Cariño, ¿a que no sabes? He sacado matrícula de honor. Estoy tan contenta.
Y quería decírselo a alguien. Así que te he llamado ...
Oh, qué bonito. Me ha llamado porque quería compartirlo conmigo.
- ... porque no hay nadie en el despacho ...
¿Cómo? ¿Me has llamado porque no tenías a nadie mejor con quien hablar?
- ... y claro. Ah, no, espera, que tengo que decírselo a Paqui. Voy a llamarla.
Te cuelgo; luego hablamos. Adiós.
¿A la tía Paqui? Pero si ni siquiera es tía tuya. ¿Y por qué no llamas a esa docena
de familiares y/o amistades con los que has perdido el contacto y no te hablas
desde hace 20 años en lugar de llamarme a mí?
No lo entiendo; esto tampoco. Vale, tengo asumido que en una escala de
prioridades estoy por detrás de familiares, amigos (o pseudoamigos),
companeros de trabajo e incluso el perro y el gato (menos mal que no tenemos
acuario; no sé cómo me sentaría estar en la escala afectiva por detrás de unos
bichos que ni sienten, ni padecen), pero estoy bajando escalones a marchas
forzadas; si Boris Yeltsin no hubiera muerto hace unos años, seguro que llegaría
a estar por encima mío (figuradamente, claro. Espero).
En fin, como digo, ya lo tengo asumido. Es lo que hay.
También David sacó un 10 en física y Susi movió la pierna (para intentar darle
una patada a una enfermera; pero bueno, movió la pierna). Así que fue un día
sobresaliente.
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