Se acabaron las elecciones y vuelta al circo político de este bendito país.
No escarmentamos.
¡Qué miedo me da cuando oigo a los González Pons y compañía! Vuelve el Dovermann reencarnado.
Lo único que nos ha sacado de la rutina han sido las acampadas del colectivo de indignados.
Personalmente son un grupo de utópicos, la mayoría imberbes, a los que el tiempo se encargará de pulverizar sus ideales.
Luego hay también algún, los menos, perroflauta.
De todas formas, aunque lancen proclamas del tipo “No nos vamos, nos expandimos”, dudo mucho que el 15M tenga largo recorrido, porque precisamente el único modo de conseguirlo sería entrando en el sistema político, algo que han rechazado. Y aunque algunos partidos aprovechados han intentado acaparar su éxito momentáneo, el 15M se ha encargado de echarles un jarro de agua fría por encima y dejarlos con las vergüenzas al descubierto (si es que no escarmientan).
Estuve en alguna de las reuniones y lo único que pude constatar es que la juventud aún tiene pulso. Otra cosa es que el sistema no les termine chupando la sangre.
Que ha sido bonito, sí, pero me temo que con el paso de los años sólo nos quedará el recuerdo de nuestro Circo del Sol particular.
Ojalá me equivoque.
Siempre nos quedarán algunas imágenes:
Mañana volverá a salir el sol y, no lo dudéis, los parias seguiremos abajo.
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