Papá Noël hizo 2 regalos esta Navidad a mi mujer, un gatito de peluche para ella que en algún momento, curiosamente, pasó por mis manos y una crema rehidratante para mí que en algún momento, curiosamente, pasó por las suyas. Pero se puede decir que los 2 regalos fueron para ella.
Es cierto que llevaba unos meses, por no decir unos años, apenas reconociendo al anciano que me miraba desde el otro lado del espejo, pero es ella la que más lo nota y la que me pide que tome alguna medida. He sido siempre reticente a entrar en el selecto club de los metrosexuales, no va con mi modo de ser, el hombre y el oso y todo eso. Pero finalmente accedí a que la señora Noël metiera en el saco de su marido un botecito de crema (en esto, como en otras tantas cosas, siempre es conveniente dejarse aconsejar por mujeres) cuando recordé una conversación alrededor de unas cervezas a altas horas de la madrugada, en la que llegábamos a la conclusión de que cuando no tienes pareja es importante cuidar tu aspecto físico, porque si no terminas como estábamos nosotros aquella noche, solos y sujetando una cerveza, pero que lo es aún más cuando ya la teníamos, porque la reconquista de tu pareja tiene que ser algo diario, que en cada momento sepa por qué empezó a salir contigo y que aún en momentos bajos sepa al mirarte que la elección fue acertada. Nunca le agradeceremos suficiente que entre todas las personas del mundo nos eligiese a nosotros; la condena de tener que aplicarte una cremita se me antoja poco sacrificio.
Ponte perfume y cuídate; piensa que cada instante es un momento especial para recordar a tu pareja por qué se fijó en ti.
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