Para jugar lacrosse hay que estar un poquito grillado; eso de meterte en un deporte en el que sabes que te van a pegar, aún así ir al campo, y salir molido y con una sonrisa en la cara, luciendo orgulloso tus moratones no es de gente muy cuerda.
Para los que se pregunten el porqué de este sinsentido, Pekka dio un aclaración sobre lo que le decía su madre (ay maaama) que a mí me vale: “Hijo, estudias finlandés y juegas lacrosse, ¿tú no podías haber estudiado inglés y jugado fútbol como todo el mundo?”.
Si es que las rarezas nunca vienen solas.
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