No es conveniente realizar viajes en determinadas fechas. Nosotros lo hicimos para ir a casa de mis padres a celebrar la Navidad; celebrar por decir algo, porque suele ser una reunión en la que se junta una tropa, todos con intereses distintos en cuanto a horarios y comidas y, para colmo, con mis padres agobiándose por todo, por la gente, por los horarios, por las comidas, en fin, por todo. Es una competición de pressing-catch psicológico en el que día sí, día también estamos tentados de arrojar la toalla. Pero también es una carrera de fondo en la que gana el que aguanta y sabe reservar fuerzas.
Después de trabajar cogimos el coche para ir al pueblo; no es un trayecto largo, apenas hora y media por buena carretera, pero si a esto unes que ya llevábamos más de 14 horas desde que nos levantamos por la mañana, que me tocó ir a comprar las ultimísimas compras de Navidad, que mi mujer venía en tren y por alguna extraña razón no le expliqué bien cómo llegar y se bajó en la parada anterior y tuvo que esperar al siguiente tren y que nada más entrar por la puerta de casa de mis padres empezó a darme ese tufillo rancio de casa vieja, pues eso, que me dio un bajón y lo único que quería era irme a dormir, bien acompañado por supuesto, pero a dormir.
En la cruda estepa manchega el frio se cuela por las rendijas, así que para no iniciados como mi mujer, lo mejor es hacerse con una buena remesa de mantas para la cama; 7 en este caso. Y aún así, normalmente no es suficiente. Puesto que ella había dormido algo en el viaje, ahí estaba mi mujer intentando mantenerme despierto y yo dando cabezazos y dormitando. Después de varios intentos, para intentar despertarme, me pidió un masaje de pies, que me encanta dárselo y, modestamente, creo que no lo hago mal del todo y entonces consiguió despertarme, sí, sobre todo cuando me puso el témpano de su pie en mi muslo. No me caí de la cama de la impresión porque el frío me tetanizó el resto del cuerpo y me quedé agarrotado. Niña, ese frío no es normal, háztelo mirar. La gente normalmente colabora con el medioambiente reduciendo el consumo, mi mujer combate ella sola el cambio climático con sus pies; tenemos un sumidero de calor en nuestra cama (debajo de 7 mantas) capaz de tragarse todos los desmanes del Jorge W. Arbusto ese. Bueno, al menos consiguió que me despertara; el tema es que después del masaje la que dormitaba era ella.
Y que no había manera de hacerla viva, oye. Todo un año esperando la convocatoria del GlobalOrgasm y va y se duerme. En fin, ya no toca hasta el año que viene; para entonces ya sé dos cosas: que tengo que irme a la cama con traje de neopreno y que los masajes de pies son contraproducentes.
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