Si bebes, no conduzcas … y en algunos casos, mejor ni salgas de casa.
El sábado fuimos a celebrar la Cena de Navidad, con un mes de adelanto casi. Como esto siga así, vamos a celebrar la Cena de Navidad mezclados con Capuchinos de Semana Santa; “¿Tú de que vas?”, “Yo voy de entierro, ¿y tú?”, “Pues yo de bautizo. ¿Y cómo dices que se llamaba el difunto?”, “Jesús”, “¡Coño, igual que el de bautizo!; si es que este mundo es un pañuelo”.
Pues eso, que fuimos a cenar y después, para satisfacer a nuestras mujeres, fuimos a bailar, o al menos eso intentamos.
Fue una noche extraña.
Al primer sitio al que fuimos, una de las del grupo nos presentó a una amiga con la que había coincidido. Muy educado fui a darle un par de castos besos. En fin, como eso de dar besos con las manos a la espalda está bien para las figuritas de Lladró pero es un rato incómodo porque en la vida real te puedes desequilibrar, tengo la costumbre de alargar también mi mano y coger a la chica por la cintura (¿coger o tomar, que nunca lo tengo claro?; bueno sujetar a la chica por la cintura). Pero en este caso, sea porque la chica era bajita, sea porque estaba demasiado agachada, mi mano terminó en uno de sus pechos. De soltero estas anécdotas están bien, porque ya tienes la mitad del camino andado con ella, pero de casado no es lo mismo, y no porque las comparaciones sean odiosas, que no tengo queja ninguna, sino porque te das cuenta de que ya no puedes sacarle partido a esas, digamos, casualidades del destino.
En el segundo garito había un grupo de anoréxicas y siliconadas Venus flotando en la música. Esto para los amantes de los sacos de huesos puede estar bien; yo en cambio notaba cómo mis arrítmicos michelines se zarandeában de lado a lado mientras intentaba sin mucho éxito seguir su ritmo. Imposible. Al final subieron al escenario unas go-goes ligeras de ropa y pechos, y decidimos que nuestra humillación pública había llegado a su fin, por lo que era el mejor momento de una honrosa retidada. Bueno, realmente lo decidieron las mujeres, que nosotros estábamos dispuestos a sacrificarnos y formar parte de la babeante plebe de mirones que las rodeaban.
Por último fuimos a un antro lleno de humo, música pachanguera y borrachos. Procuramos hacernos hueco en la pista y entre rumba, salsa y ritmos varios conseguimos formar un círculo. En un momento dado una de las chicas que por allí pululaban y que debía estar en celo, aparte de borracha, decidió que alguno de nosotros, o todos, que eso aún no está claro, iba a ser su plato principal esa noche.
Dios mío, era como ver un documental de La 2 en pantalla panorámica; con movimientos espasmódicos empezó a acercarse y a hacerse hueco entre el personal. Comenzó a sobarse a través de su ajustada blusa de tirantes mientras subía y bajaba hasta casi sentarse en el suelo, al tiempo que su minúscula falda bajaba y subía hasta casi llegarle a la cabeza.
Sus más que generosos pechos envestían a los circundantes para hacerse hueco. Y vaya que si se lo hacía; teníamos miedo de que nos sacase un ojo con un pezón.
Visto que no conseguía sus objetivos, sacó su artillería pesada y nos brindó una serie de posturitas y movimientos que ni la propia autocensura de las películas porno permitiría en sus proyecciones.
Para llamar la atención (¿más aún?) decidió acompañar la música con silbidos; se acercó a mí y haciendo un extraño malavar con la lengua me dijo que no sabía silbar porque no sabía cómo había que poner la lengua, que si le enseñaba. Uf, … uf, uf, uf; sopesando la situación le dije que tampoco yo sabía silbar. Frunció el ceño y dio unos pasos hacia atrás. La verdad es que se podía haber buscado otra excusa, porque silbar sí que silbaba; de hecho, dejó sordos a varios del garito y hasta las ovejas de mi pueblo se pusieron firmes al oírla.
Volvió a la carga y esta vez se posicionó detrás de otro de los nuestros, lo agarró por la cintura y comenzó a restregarse contra él. Cuando sintió el sudoroso cuerpo en su culo, intentó dar un par de pasos para separarse de ella, pero ésta lo trincó aún más fuerte, de modo que era una patética representación de un animal de cuatro patas en las que las de delante intentaban andar y las de atrás se negaban a ello. Cuando por fin consiguió zafarse, su cara de pánico daba muestras de lo poco que le había gustado el achuchón.
Finalmente entró en el círculo que habíamos formado e intentó restregarse con todos y cada uno de los que allí estábamos, independientemente de que fuera hombre o mujer, aunque creo que esto era más porque su estado etílico no le permitía ver más allá de bultos a un palmo de sus narices.
Tampoco consiguió mucho; tuvo que ser frustrante para ella, casi tanto como lo ha sido para nosotros la mayoría de las noches que hemos bebido de más y nos hemos empeñado en demostrar que Travolta a nuestro lado es un aprendiz. Nos viene bien una noche de éstas de vez en cuando para saber lo que se siente al otro lado; no sólo me refiero a los hombre para saber lo que se siente al tener un personaje babeando alrededor nuestro, sino también a las mujeres que no se dan cuenta de los esfuerzos inadvertidos que muchas veces tienen lugar a pocos metros de ellas.
Por fin las chicas decidieron que ya nos habían sobado suficiente y que tocaba irse a casa. Uno de nuestros maltrechos compañeros tuvo que pasar al lado del pulpo para coger su abrigo y volvió a caer en sus ventosas; consiguió zafarse esta vez justo cuando llegaba yo a su altura. La chica se volvió a mí y me preguntó “¿éste es chino, no?”, como intentando encontrar una razón a su falta de éxito. “Pues creo que sí”, le dije; espero que con eso se quedase su conciencia traquila y pudiese dormir (la mona) en paz. La diferencia cultural siempre es un blanco fácil para nuestras frustraciones y fracasos.
Parte de bajas (entre otras):
Isabel: con una luxación en un brazo provocada por un tetazo.
Álvaro: en estado catatónico; si es que estos niños no están para nada.
Cris: afónico después de dar un grito de espanto cuando la chica se le agarró a la cintura.
Pedro: bueno, a Pedro nada, porque, para variar, no se enteró de las 2 horas de espectáculo de naturaleza salvaje en estado puro.
¡¡¡MUY IMPORTANTE!!!
LO QUE VAS A LEER NO ES MI OPINIÓN,
ME LIMITO A TRANSCRIBIR LO QUE ALGUIEN
EN ALGÚN MOMENTO EBRIO ME CONTÓ.
SI ALGUIEN SE SIENTE ALUDIDO,
SEGURO QUE NO TIENE RAZÓN.
TODAS LAS SITUACIONES Y PERSONAS,
INCLUSO NOMBRES, SON FICTICIOS.
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