III
Una coneja rodeada de casi media docena de churumbeles decidió que no tenía por qué esperar y decidió que tenía derecho a cruzar por medio del maratón. ¡ Que esperásemos nosotros, coño, que pa chula ella ! Y como no tenía manos para tanto niñato, cogió al más pequeño y cruzó. Y la recua le siguió. Y uno de los aprendices de terrorista decidió que para qué iba a cruzar rápidamente cuando podía correr como los de la maratón, así que se puso a correr a lo más que daban sus medias piernas, pero no en linea recta, sino encima zigzagueando, hasta que terminó debajo de uno de los corredores. Puto niño malcriado. Si es que habría que hacer un examen antes de dejar tener críos.
A partir de es punto nos dimos cuenta de que la carrera no era sólo contra los kilómetros que faltaban, sino también contra los madrileños y demás provincianos que vinieron a la carrera.
PK-14ypico, Glorieta de San Vicente ( Príncipe Pío ). ¿ Para qué se va a quedar la gente en la acera detrás de las vallas cuando pueden ocupar la calzada y estorbar a los corredores ? Y muchos de ellos iban a animar a los suyos; menos mal que eran de la familia, que si llegan a ser enemigos ...
En la ciudad de la obra eterna el maratón no se iba a librar de tener que correr entre cascotes y vallas. ¡ Y vaya si nos tocó ! La bajada a la Casa de Campo daba miedo; no sé si hubiera sido peor caerse al río o a los guijarros del hormigón.
KM-26, Casa de Campo. 12 000 personas corriendo y damos de bruces con un grupo de ciclistas en dirección contraria. La policia los para ( después de haber pasado a un centenar de corredores ). Vienen algunos ciclistas más. Y más. Y más. La organización no ha cortado una de las entradas y es un colador para los ciclistas que paran como buenamente pueden para no estrellarse contra nosotros.
KM-27, La Pipa. Un grupo de patinadores se cuela entre los corredores y se dedican a grabar a un chaval que patina con un botellín de agua en la cabeza. De lo que llevamos hasta ahora, son posiblemente los que menos nos ponen en peligro.
KM-30ypico. Más obras.
Los últimos 10 kilómetros son criminales, con gente cruzando la calle a la menor oportunidad. Y lo peor no es que se crucen, lo peor es que lo hacen en grupo y tomándose su tiempo.