II
No comenté nada del maratón, porque mi idea era acompañar a Fernando los primeros 11 km ( hasta que pasásemos delante de mi casa ) y los últimos 11 ( desde la parada de metro de Puerta del Ángel, siendo así su Ángel de la Guarda, simbólico, claro ).
En la salida no nos encontrámos, así que iniciamos la carrera cada uno por su lado. Isabel empezó conmigo, y en unos kilómetros decidió que tenía cosas más importantes que hacer que patearse la ciudad acompañada de varios miles de maromos sudorosos; no la culpo, era lo lógico. Estuve tentado de hacer lo mismo. Varias veces.
Los primeros 5 km se hicieron volando y ahí estaba el primer avituallamiento. Agüita p´al cuerpo y un líquido turquesa que sabía a jarabe.
En otros 6 km volví a reencontrarme con Isabel, quien se unió al grupo. Seguíamos sin encontrar a Fernando, que andaba perdido en la marabunta, así que decidimos continuar un poco más, hasta el PK-15 o PK-20 como mucho.
No sé exactamente cuando perdí a Isabel, hacia el 14,5 supongo. Tampoco puedo culparla, ¡ la Virgen, cómo olemos después de un mínimo de esfuerzo !
Bueno, pues ya que estoy en el PK-15, voy a seguir un poco más.
En el PK-16 ya me empezaron a tocar las narices. Aprovechando el numerito, los del Madrid-2016 decidieron montar el suyo. ¡ PGC, olimpiada en mi nombre, NO !
Tampoco voy muy mal; a ver si llego al PK-20, que el otro día en el medio maratón llegué renqueando.
Y ahí que me voy, a mi trote cochinero recorriendo Madrid.
Y la verdad es que me sorprendí a mí mismo. A una media de 10 km/h, bien de latidos de corazón, bien de respiración, bien de cabeza ( bueno, de cabeza jodío, pero el riego sanguíeno parecía que llegaba sin mucho problema ). El cuerpo es increible, se prepara para lo que se le avecina mucho mejor de lo que nos imaginamos. Cuando empecé hace unos meses con carreras de 10 km, llegaba echando el bazo. Luego vino el medio maratón y tuve que parar dos veces. Ahora llevaba más de 20 km y me empezaba a verme capaz de acabar, aunque fuera andando o a gatas.
Es cierto que a esas alturas de la mañana, el primero ya había llegado a la meta y a mí me quedaban 2 o 3 horas por delante, pero corríamos en distintas carreras. Si a él le hace ilusión, pues mira, que corra. Yo estaba ahí para amortizar la inversión de la cuota de inscripción. Correr ( mucho ) es de cobardes.
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