La carne es débil.
Y el espíritu, aún más.
Yo soy débil, digo mientras me levanto ante un auditorio que me está ayudando a vencer este vicio.
Sé que no tengo apenas solución. Pero estoy intentando curarme. Os aseguro que lo intento.
Ayer, por ejemplo, yo no quería. Pero sucumbí.
Ayer se celebró el 32 maratón de Madrid.
Intenté no ir, de hecho la noche anterior me fui a dormir tarde para tener excusa para no
levantarme temprano.
Pero me levanté temprano. A decir verdad, Isabel me echó de la cama.
Busqué salir tarde de casa. El maratón empezaba a las 9 de la mañana, así que saliendo después
de las 8 casi no nos daría tiempo a llegar. Llegamos a las8:45, con tiempo más que de sobra. Para
una vez que necesito que el metro de la Espe funcione como siempre, o sea mal y con retrasos
interminables, va y funciona bien.
Después intenté no encontrarme con Fernando, pero él me encontró a mí.
A casi las 9 me llamó la próstata y tuve que atenderla. Lo único que conseguí es que el 90% de
los corredores nos adelantaran a la hora de tomar la salida y salir casi de los últimos. Pero salimos.
Isabel lo hizo mejor, al kilómetro y pico se fue para casa (chica lista), así que me solté de
Fernando y volví a despedirme de ella. "Bueno, ya me despegué del pesao éste". Pues ni por esas; la vejiga lo llamó a él y me reconoció cuando lo adelanté. No era mi día de suerte.
En el PK-12 pasábamos delante de casa. Mal llegué a ese punto y cuando iba a irme a casa, se nos
unió Isabel y me dijo que siguiera (casi me obligó a hacerlo, sartén en mano). Ella realmente no
siguió, cogió el metro y nos esperó en Gran Vía.
En el PK-14 reventé y conseguí que Fernando se soltase de mí. Aunque todavía quedaba ella, así
que no me quedó más remedio que seguir a trancas y barrancas un poco más, hasta Gran Vía en
el PK-17.
"Aunque llegados a este punto, ¿por qué no haces el medio maratón (21 km)?" Claro, como ella
no corre, se anima a hacer propuestas. "Te espero en Príncipe Pío (PK-25)".
¿Quién me manda a mí casarme?
"Y ya llegados a este punto, ¿por qué no sigues hasta la Casa de Campo, que es donde llegaste
(léase reventaste) el año pasado? Te espero a la salida (PK-32)."
"Ya aquí, terminamos, ¿no? Venga, que no se diga; yo te acompaño".
Os habréis percatado que en estas últimas frases yo ya no hablaba, sólo sufría.
Y encima me tocaba oir la matraca de "a este ritmo me hago el maratón hasta yo".
A las 5 horas 28 minutos 56 segundos pasábamos por la línea de meta.
Os lo aseguro, yo intento dejarlo.
Y el año que viene pondré medidas más contundentes: iré disfrazado para que no me reconozca
Fernando y a Isabel la mando con su puñetera madre.