Una cosa impresionante de Martinica es internet.
Es Francia, sí, pero no en esto. No necesitas pasaporte para entrar, la moneda es el euro, circulan por la derecha (¡Alabado sea Dios!), ... Pero eso de internet, como que no va con ellos.
En la casa donde estuvimos no había, por supuesto. En la biblioteca tenían, pero nada de usarlo (nos dijeron que tal vez quizás posiblemente pudiéramos ir a algo que llamaron "ciberbas". Nosotros entendimos CYBERBUS, un autobús con internet, curioso, pero realmente era CYBERBASE, un punto de acceso a internet del colegio).
Sólo encontramos un cyber perdido en una primera planta a la que se accedía por una escalerucha de un patio trasero. Conforme subías no estabas seguro de ir a conectarte a internet o yendo a un prostíbulo de mala muerte.
Y sí, tenían internet. A 2 euros el cuarto de hora. Y con una conexión algo más que lenta. Por eso sólo pude mandar un mensaje de hola, estamos bien, no esperéis más mensajes hasta que volvamos.
Afortunadamente al día siguiente nos colamos en un colegio y enviamos algún correo más. Por cierto, con un puñetero teclado gabacho con las teclas cambiadas. Así salieron los mesajes, que parecía que los había escrito mi madre con la muleta.
Ya sabéis, si tenéis que ir al Caribe, los mensajes dejadlos escritos antes y que os los envíe alguien desde aquí. Total, para lo que hay que decir: Estamos bien, esto es muy bonito, hay muchos mosquitos, las playas son blanquísimas, hay una morena (pez) que no me quita ojo de encima, hay un moreno (en la barra de un garito) que no me quita ojo de encima, ...
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