Entre los tabúes de nuestra civilización, el que se lleva con mucho la peor parte es el referido a la muerte. Es un drama que acalla risas y quiebra alientos. La gente envejece por la pérdida y evita que los que desaparecieron entren en sus conversaciones como si eso hiciera que la conclusión de sus contratos de alquiler de los cuerpos no hubiera tenido nunca lugar.
En los pueblos es distinto que en las grandes urbes; es cierto que por temas de caza o ganadería, la muerte es un vecino más que nos visita regularmente, pero siempre me sorprendió la escenificación del dolor en las comunidades pequeñas, ya sea porque la relación es más directa con el fallecido, ya sea por el qué dirán.
Soy de los que el manto de la muerte le ha pasado cerca en muchas ocasiones, no sólo porque alguna vez sin yo saberlo la haya podido esquivar en el último momento, sino sobre todo cuando ha venido a hacer su trabajo en cuerpos ajenos.
Por esto o porque la muerte propia no deja de ser un mal menor, cuando hablo de muertos me refiero a ellos como si siguieran respirando; es más, no puedo evitar tratarlos con el mismo tono de respetuosa guasa que cuando estaban vivos, porque si en su día me lo consintieron, no creo posible que ahora se enojen porque les tome el pelo. Siempre tienen la opción de venir a rebatírmelo; los espero, lo discutiremos alrededor de unas cervezas, que supongo que no se habrán hecho abstemios por cambiar de lugar de residencia y ni creo en un cielo en el alcohol esté prohibido, ni el infierno será tal infierno mientras esté permitido beber.
¡¡¡MUY IMPORTANTE!!!
LO QUE VAS A LEER NO ES MI OPINIÓN,
ME LIMITO A TRANSCRIBIR LO QUE ALGUIEN
EN ALGÚN MOMENTO EBRIO ME CONTÓ.
SI ALGUIEN SE SIENTE ALUDIDO,
SEGURO QUE NO TIENE RAZÓN.
TODAS LAS SITUACIONES Y PERSONAS,
INCLUSO NOMBRES, SON FICTICIOS.
NO OLVIDES VISITAR A NUESTRO PATROCINADOR;
SE ESTÁ GASTANDO UNA PASTA EN EL BLOG
Y SIEMPRE ENCONTRARÁS COSAS INTERESANTES:
No hay comentarios:
Publicar un comentario