Ascensor del Vals.
El domingo estuvimos en el cumpleaños de una de mis primas, guapa niña ella.
En un momento de la fiesta terminamos ella, el marido de otra de mis primas, mi cuñado y yo en la cocina. Nos comentaba que su coche, que si no había llegado a la mayoría de edad poco le faltaría, había fallecido; descanse en paz. Comenzó diciendo que lo había llevado al taller porque tenía achaques de viejo, ruidos por aquí, pequeñas perdidas de líquidos por allá. Poco pudieron hacer en el taller, sino confirmar lo crónico de su estado.
Hablaba de culata, cojinetes y retenes con una soltura que no pude por menos que recordar un programa de radio que escuché por la mañana en el que hablaban de cómo la mujer se estaba poniendo al día en asuntos de tecnología y maquinaria, especialmente la del coche, coto de caza hasta ahora reservado para el hombre.
Al cárter y carburador siguieron la bomba de agua y filtro de aceite con la misma soltura.
Sólo cuando entró en el tema de la polea chirrió un poquito, y no me refiero sólo a la polea, que también lo hacía, sino porque dijo, palabras textuales, “No se cómo, ni porqué, después de unos cientos de metros, los bajos del coche comenzaron a sonar como cuando vas por un rastrojo”. Claro, ¿quién no sabe como suena un coche cuando vas a toda velocidad por un rastrojo? Es más, ¿quién no sabe lo que es un rastrojo? Ay, mancheguita mía.
Pero volvió a retomar coherencia cuando pasó a hablar de correa del alternador, del ascensor del Vals, del diferencial, …
- Espera, espera, - pensé - ¿Ascensor del Vals? Mi coche es más o menos de la misma quinta, y nunca oí hablar del tal ascensor del Vals.
A todo esto ella ya había pasado por motor de arranque y estaba llegando al ventilador.
El marido de mi otra prima, que tuvo que pasar por el mismo estado de duda que yo, la interrumpió.
- Perdona, cuando dices ASCENSOR DEL VALS, ¿a qué te refieres exactamente? ¿No será al ÁRBOL DE LEVAS?
- ¿Árbol de levas?, pues sí, supongo que sería eso; yo qué sé, ¿tú te crees que me enteré de algo cuando me lo dijo el del taller?
Y retomando el hilo de un tema del que según ella misma no se había enterado absolutamente de nada, continuó desmembrando al enfermo crónico con la misma diligencia. Poco más pudimos oír, porque la risa nos hizo salir de la cocina.
Puesta en común.
Con no pocas sonrisas, comentamos la anécdota con varios de los asistentes. Cuando se la comenté a mi mujer me di cuenta de que la suya no era sincera.
- Sólo una cosa, ¿te estás enterando de algo de lo que te estoy diciendo?
- Pues no; ¿qué coño es un árbol de nosequé?, ¿y qué coño hace dentro de un coche?, ¿y qué tiene que ver eso con que no funcione? Claro, si metes un árbol dentro de un coche, como no sea un bonsái, pues no cabe. ¿Es un bonsái?
Bien, somos iguales, pero evidentemente hombres y mujeres hablamos distintos idiomas.
Sin solución.
Volví a la cocina, pero no me dio tiempo a avisar al marido de mi prima, quien se lo estaba contando a su mujer. La contestación de ella fue más o menos la misma: ¿árbol de qué? Bueno, por lo menos ésta entendió árbol y no ascensor.
Nosotros somos más prácticos y vosotras más empáticas, por eso se volvió a la viuda de coche y le preguntó:
- Bueno, vale, hay algo que no funciona, pero ¿tienes solución?
Ahí no pude aguantar más y contesté:
- Pues no, hasta que la cambiemos por una nueva o evolucione el transplante de cerebro, tu prima no tiene solución. ¿Tanto tiempo y aún no la conoces?
¡¡¡MUY IMPORTANTE!!!
LO QUE VAS A LEER NO ES MI OPINIÓN,
ME LIMITO A TRANSCRIBIR LO QUE ALGUIEN
EN ALGÚN MOMENTO EBRIO ME CONTÓ.
SI ALGUIEN SE SIENTE ALUDIDO,
SEGURO QUE NO TIENE RAZÓN.
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