Hace unos días tuvimos una reunión de departamento. Todo caras nuevas, salvo yo, ninguno lleva en la empresa más de un año, y todo gente joven, salvo yo también en este caso, savia nueva.
Se habló de varios temas y se planteó uno en el que vagamente había pensado y que me hizo enlazar con otros conceptos conocidos.
Era el concepto del cliente terrorista.
La empresa tiene distintos tipos de clientes. El ideal es el cliente apóstol, quien no sólo te compra, sino que también te hace proselitismo. Luego vienen los distintos tipos de clientes más o menos conformes con tu trabajo. En el extremo contrario están los que están tan descontentos de tu trabajo, que no sólo no te compran, sino que encima van echando pestes por ahí de ti.
Estos en principio eran los más peligrosos.
Pero con el concepto de cliente terrorista, cambia el panorama. Este cliente no es que sea torpe y la comunicación no sea fluida; sabe perfectamente lo que hace y va a aprovechar cualquier resquicio para sacarte las entrañas. Y sabe que tu producto es bueno, pero en su lógica terrorista va a buscar exprimirte, aunque con eso te lleve a la ruina, pierda un buen proveedor y eso lo lleve a la ruina a él. ¡Qué se puede esperar de la lógica de un terrorista!
En un extremo está el concepto WIN- WIN (yo gano, tú ganas, y así los dos ganamos) y en el extremo estaría el WIN - LOOSE (yo gano, tú pierdes, y lo que tú no pierdas lo pierdo yo).
Esto lo podemos extrapolar al terreno laboral.
Está por un lado el compañero profesional, que te va a apoyar, porque sabe que facilitándote el trabajo se lo facilita a él mismo y mejora la empresa.
Por otro lado está el compañero funcionario, que llega hace su trabajo, pero que nunca se preocupará por si lo que está haciendo es mejorable o no. Se contenta con ser un número y mimetizarse con el ambiente. Ya me están empezando a pitar los oídos; vale, el concepto funcionario quizás no siempre sea aplicable, pero todos sabemos a que me refiero.
Está el empleado tóxico; me niego a emplear aquí la palabra compañero. En la medida de lo posible va a dinamitar la empresa, pero rara vez es consciente de su fuerza y normalmente no lo hace adrede. Simplemente ocurre.
Y por último está el empleado terrorista. Éste sí que es peligroso, porque conoce su potencial y sabe cómo emplearlo. Con su lógica, claro.
Y llevando más allá el concepto, habrá que hablar del jefe tóxico y del jefe terrorista.
Por alguna extraña razón, me han tocado varios de ellos. Supongo que todos podemos decir algo parecido.
Curiosamente, pocos días después de esa reunión en la que se fijaron criterios a medio plazo, el jefe supremo vino a darnos una charla y nos dijo que por motivos personales el jefe de sección había pedido abandonar voluntariamente la empresa a final de este mes. Shock general. No digo que sea una gran perdida, pero sí le reconozco que a pesar de no tener ni la más remota idea del producto que estábamos produciendo y vendiendo, había conseguido crear un equipo que funciona razonablemente bien y que está facturando millones a la semana. Eso es lo exigible a un jefe, ¿no?
En fin, otros de los jefes, de mis muchos jefes, que sobre mí están hasta los becarios, procuran hacernos creer lo imprescindibles que son y no dudan que mostrarte lo prescindible que eres tú.
Intentaré no bajar escalones, pero ya me estoy empezando a plantear asentarme en funcionariado, aunque de ahí a la caída libre hay sólo un paso.
Para quien quiera profundizar más:
Se habló de varios temas y se planteó uno en el que vagamente había pensado y que me hizo enlazar con otros conceptos conocidos.
Era el concepto del cliente terrorista.
La empresa tiene distintos tipos de clientes. El ideal es el cliente apóstol, quien no sólo te compra, sino que también te hace proselitismo. Luego vienen los distintos tipos de clientes más o menos conformes con tu trabajo. En el extremo contrario están los que están tan descontentos de tu trabajo, que no sólo no te compran, sino que encima van echando pestes por ahí de ti.
Estos en principio eran los más peligrosos.
Pero con el concepto de cliente terrorista, cambia el panorama. Este cliente no es que sea torpe y la comunicación no sea fluida; sabe perfectamente lo que hace y va a aprovechar cualquier resquicio para sacarte las entrañas. Y sabe que tu producto es bueno, pero en su lógica terrorista va a buscar exprimirte, aunque con eso te lleve a la ruina, pierda un buen proveedor y eso lo lleve a la ruina a él. ¡Qué se puede esperar de la lógica de un terrorista!
En un extremo está el concepto WIN- WIN (yo gano, tú ganas, y así los dos ganamos) y en el extremo estaría el WIN - LOOSE (yo gano, tú pierdes, y lo que tú no pierdas lo pierdo yo).
Esto lo podemos extrapolar al terreno laboral.
Está por un lado el compañero profesional, que te va a apoyar, porque sabe que facilitándote el trabajo se lo facilita a él mismo y mejora la empresa.
Por otro lado está el compañero funcionario, que llega hace su trabajo, pero que nunca se preocupará por si lo que está haciendo es mejorable o no. Se contenta con ser un número y mimetizarse con el ambiente. Ya me están empezando a pitar los oídos; vale, el concepto funcionario quizás no siempre sea aplicable, pero todos sabemos a que me refiero.
Está el empleado tóxico; me niego a emplear aquí la palabra compañero. En la medida de lo posible va a dinamitar la empresa, pero rara vez es consciente de su fuerza y normalmente no lo hace adrede. Simplemente ocurre.
Y por último está el empleado terrorista. Éste sí que es peligroso, porque conoce su potencial y sabe cómo emplearlo. Con su lógica, claro.
Y llevando más allá el concepto, habrá que hablar del jefe tóxico y del jefe terrorista.
Por alguna extraña razón, me han tocado varios de ellos. Supongo que todos podemos decir algo parecido.
Curiosamente, pocos días después de esa reunión en la que se fijaron criterios a medio plazo, el jefe supremo vino a darnos una charla y nos dijo que por motivos personales el jefe de sección había pedido abandonar voluntariamente la empresa a final de este mes. Shock general. No digo que sea una gran perdida, pero sí le reconozco que a pesar de no tener ni la más remota idea del producto que estábamos produciendo y vendiendo, había conseguido crear un equipo que funciona razonablemente bien y que está facturando millones a la semana. Eso es lo exigible a un jefe, ¿no?
En fin, otros de los jefes, de mis muchos jefes, que sobre mí están hasta los becarios, procuran hacernos creer lo imprescindibles que son y no dudan que mostrarte lo prescindible que eres tú.
Intentaré no bajar escalones, pero ya me estoy empezando a plantear asentarme en funcionariado, aunque de ahí a la caída libre hay sólo un paso.
Para quien quiera profundizar más:
http://www.quecursar.com/un_mal_jefe_provoca_una_alta_rotacion_de_personal.asp
http://www.quecursar.com/la_buena_gestion_del_talento.asp
http://www.quecursar.com/el_pensamiento_preventivo.asp
http://www.quecursar.com/la_buena_gestion_del_talento.asp
http://www.quecursar.com/el_pensamiento_preventivo.asp
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