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  • CALENDARIO DE CARRERAS - 2 010.


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  • 31 agosto 2007

    070831 de exiliados XXIV

    Hoy empiezan las fiestas en Beingries; emocionante, esta noche no he podido dormir de la excitación. Bueno, por eso y porque ayer la cena no me tuvo que sentar nada bien.

    Éste es un pueblo enano y todos los esfuerzos del año se vuelcan en celebrar las mejores fiestas. Así que he hecho el esfuerzo de echarle un vistazo el folleto de las fiestas.

    Empezamos hoy con una degustación de cerveza; poco originales, la verdad. Por la noche (a las 7 de la tarde) se elige a la reina de las fiestas, que será la que menos bigote tenga, digo yo.

    Mañana hay juerga rociera con cantos tiroleses en el prado, que es como la pradera de San Isidro, pero sin barquillos. Aquí somos bávaros, y no hay barquillos, son barcos y van por el canal. Después, música hasta altas horas de la madrugada (hasta las 12).

    El domingo empiezan la fiesta en el prado a las 10 de la mañana (claro, si se van a dormir a las 12 de la noche, a las 10 de la mañana las sábanas ya se les han pegado ya 3 veces por lo menos).

    El lunes siguen con actividades para niños y abuelos; normal, los que no pueden conducir e irse al pueblo de al lado.

    El martes hay un gran mercado en las calles, que son los turcos que vienen todos los martes, pero que ahora vienen con sus mujeres; se las reconoce fácilmente, son la mata de pelo bajo la nariz que está al lado de los hombres de piel oscura.

    Miécoles, fiesta rociera.

    Jueves, fiesta rociera.

    Viernes, fiesta rociera con la novedad de que hay paseos para niños en ponny. No dice que es para niños, pero si en un caballo normal los alemanes van arrastrando los pies, en un ponny tiene que ser como Gasol subido a lomos de Pedrosa.

    Sábado, fiesta rociera.

    Domingo, fiesta rociera.

    Diez días de juerga desenfrenada en un pueblo de 3000 habitantes. Y luego la fama nos la llevamos los españoles. También es verdad que aquí se trabaja entre semana, no como en Sevilla que hasta el obispo deja de trabajar por la cogorza que pilló la noche anterior.






    30 agosto 2007

    070830 de exiliados XXIII

    Voy a tener que aprender alemán. Sí; decididamente voy a tener que ponerme a estudiar.

    Esta mañana llovía, para variar. Como buenamente he podido he ido al restaurante a desayunar, procurando no manchar mucho, porque tengo que pasar por un patio y los zapatos los llevaba mojados.

    Al salir del desayuno me he encontrado con la mujer de la limpieza que, para que os hagáis una idea, es como la hermana fea de Rossy de Palma con peor leche de Freddy Cruger.

    Venía hacia mí y, muy educado a pesar de las horas y del mal tiempo, le he dicho Guten Morgen.

    - Guten Morgen, guten Morgen ....

    A partir de ahí me ha soltado una parrafada que no puede transcribir, sencillamente porque no la he entendido.

    Bitte?, apenas llegué a balbucear.

    La segunda parrafada tampoco la he entendido. La he tendido que cortar para decirle que no entendía lo que me estaba diciendo. El caso es que me pareció ver que señalaba el servicio de mujeres y como salía del de hombres pensé que me quería decir que si necesitaba usarlo que pasase al otro. Pero su tono de voz no denotaba eso.

    Dos o tres veces le dije que repitiese y otras tantas le dije que no entendía. Me ha tenido cinco minutos hablándome y yo con la sensación de que había hecho algo mal, no sé el qué, pero algo debía haber hecho y con el presentimiento casi cierto de que la fregona terminaba de peineta en mi cabeza (fregona no, que aquí utilizan un trapo en la punta de un palo). Y podéis hacer la prueba, cinco minutos es muuuucho tiempo.

    Al final se ha callado y se me ha quedado mirando como si esperase respuesta. Y todavía debe seguir esperando, porque nada he podido responderle.

    Se ha dado media vuelta y se ha ido.

    Y yo me he quedado ahí, pasmado, sin saber si había hecho algo mal (pensé en si me echaba la bronca por haber pisado el suelo con los zapatos mojado; pero ya te vale, ponerte a fregar el suelo a la hora del desayuno), o si había hecho algo mal (aunque esa cara de poseída no lo reflejaba), o si me estaba pidiendo un kiki en el servicio de mujeres (que creo que va a ser que tampoco).

    Nada, que ahí me he quedado con lo que supongo ha sido la primera bronca del día y que nunca sabré el porqué.



    Y hablando de mochos, aunque este sea el baile y poco tenga que ver con el tema, pero me ha resultado cuanto menos curioso.



    Para que luego nos quejemos de lo mal que nos trata la vida y lo oscuro que lo vemos todo.

    29 agosto 2007

    070829 de exiliados XXII

    Al principio no le das importancia, hasta te parece normal.

    Luego vas atando cabos.

    Este fin de semana me repatriaron para un par de días. Como mi mujer estaba aquí, hicimos coincidir el viaje de vuelta para volver juntos y aprovechar para pasar el fin de semana en casa de mis padres.

    El viaje de Beilngries al aeropuerto de Munich lo hicimos con un taxi que le pegaba y bien. A 180 km por hora en algunos trayectos. Es cierto que el coche era grande y que iba a 70 menos de los permitidos aquí por autovía. De todas formas, era lógico el desencanto de mi mujer por ir a esa velocidad.

    Al llegar al aeropuerto facturamos el equipaje y me dijo que tenía hambre, algo raro, teniendo en cuenta que ella nunca tiene y soy yo el que siempre está hambriento.

    Había un restaurante al lado, pero no le convencía, así que buscamos otro. El segundo tampoco le convencía, por lo que estuvimos a punto de volver al primero. Y menos mal que no lo hicimos, porque terminé deprisa y corriendo porque nuestro vuelo salía ya. En el control de entrada oímos nuestros nombres por megafonía en la última llamada, y corriendo con el cinturón en la mano llegamos al avión cuando estaban a punto de cerrar las puertas. Por los pelos.

    Al llegar a Madrid, el equipaje no salía. Además había facturado un paquete voluminoso, así que nos tocó esperar un poco más.

    Al salir del aeropuerto ya no llegábamos a coger el autobús. Por suerte hay otro a las 10, dije; con salir a las 9 de casa tenemos tiempo de sobra.

    A las 9:30 estábamos saliendo de casa. Un poco justito, niña; pero es casi linea directa de metro, así que no habrá problema.

    Al llegar al trasbordo de Cuatro Caminos, conforme voy a coger la escalera de bajada al andén, mira el cartel y dice que nos hemos equivocado, que es el otro. Otra vez deprisa y corriendo damos media vuelta y vamos al andén contrario. Pero cuando estamos en él, miro los carteles y me doy cuenta de que íbamos bien, que el tren que acababa de arrancar en el lado contrario de las vías es el que deberíamos haber cogido. Otra vez corriendo volvemos al andén correcto. Con un tren de retraso, claro.

    - Si ya no llegamos, si casi que debíamos darnos la vuelta, si ...

    Menudo viajecito, cargado de maletas y oyendo esa letanía.

    Al llegar a la Estación Sur le dije que fuese hacia el autobús que estaba en los primeros andenes, que yo iba a las taquillas a sacar los billetes, pero que por si acaso estaban cerradas, que preguntase al autobusero que si se podía comprar en el coche.

    Aún quedaban unos minutos y la taquilla estaba abierta, compre los billetes con cierto tiempo y baje a los andenes. Y me encontré en el autobús, que estaba unos pocos coches más allá de donde le había dicho, solo y sin saber dónde estaba ella.

    Había subido a las taquillas. Me llamó por el móvil y le dije que bajase, que la esperaba en el coche. Y la esperé. Y la esperé.

    El conductor del autobús me decía que no podía esperar más. Un minuto más, por favor; pero si ya le habría dado tiempo a bajar y subir cuatro veces.

    Por fin, unos minutos después de la hora de salida del autobús apareció. Menos mal que el conductor se apiadó de mí y nos esperó, que si no, me veo con los billetes en la mano viendo cómo sale el autobús.

    Me contó una historia que que no había encontrado el autobús, y que había subido porque pensaba que ya había salido, y que al bajar seguía sin encontrarlo, ... Una historia completamente coherente y razonable, del tipo de historias que los hombres nunca seremos capaces de entender. Yo ya hace tiempo que dejé de intentarlo, ¿para qué?

    Por fin estábamos camino del pueblo, a donde llegamos a eso de las 12 de la noche y después de casi 2 000 kilómetros y muchas, muchas horas de viaje.

    Ahora, recapitulando, me doy cuenta de una cosa:

    ¡¡¡Joder, niñas, lo que sois capaces de hacer por no tener que aguantar a vuestra puñetera suegra!!!





    La Virgen, lo que la gente cuelga en YouTube. Y lo que es peor, lo que la gente hace. La peña está muy grillada, ¿eh?


    28 agosto 2007

    070828 de exiliados XXI

    ... y de Munich (y IV)


    Al día siguiente hubo represalias. Vaya que si las hubo.


    A las 9 de la mañana estábamos en Michaelkirche para escuchar misa y el acompañamiento musical de coro, órgano e improvisaciones a base de saxofón. Interesante. No había oído nunca un saxofón en una iglesia y el sonido, sobre todo la segunda pieza, quedaba bastante bien.

    Luego nos fuimos a desayunar, clavada que pagó ella, a tomar un helado, clavada que pagó ella, a comer, clavada que pagó ella, a comprar unas postales, clavada que volvió a pagar ella. Intentaba pagar yo, pero en esta zona no aceptan tarjeta de crédito; en eso estamos más avanzados.


    Ya a las cinco, reventados, fuimos a la estación. Sencillo, tren hasta Kinding y de ahí autobús hasta Beilgries. Sencillo unas narices. No se puede viajar en el tren de las 5 con el Bayern Ticket, así que nos tocó esperar hasta las 7. A las 8 ya no hay autobús, así que me toco llamar a un compañero para que fuese a recogernos; el único problema era que llegaría a Kinding como a eso de las 9. Vale esperamos. Y esperamos. Y esperamos. A eso de las 9 y media le mando un SMS por si se había olvidado. No, no, estaba en camino y llegaría en una media hora a Kinding. A las 10 le mandé otro mensaje: A Kinding como a eso de las 9, s

    í, ¿pero de qué país? Me preocupaba que si tardaba en llegar, no pudiese llamar a otro compañero para que viniera a recogernos. A las 10:20 me mandó otro mensaje: ¿Estáis aún allí? Coño, que es una parada en medio del campo, ¿qué pretendía, que nos volviéramos a andando? Ah, para colmo había empezado a llover y los ratones correteaban por entre nuestros pies intentando esquivar la lluvia.



    A las 11 y pico llegamos al hotel, con todo cerrado, sin comida y medio empapados.


    Me voy a dormir, que mañana tengo que trabajar. ¡Y va la puñetera de la niña y se pone a hablar! O sea, un fin de semana completo durmiéndose en cuanto entraba por la puerta, y ahora que hay que madrugar, va y se desvela.


    Menos mal que me he comprado un par de libros para entender a las mujeres. Aunque creo que es batalla perdida.


    Vale, reconozco que hay como 10 millones de libros más interesantes que éste y de lectura casi obligatoria. Pero éste tiene una ventaja, tiene la altura justa para calzar uno de los arcones de mi casa. Probé con El Quijote y era demasiado tocho (por cierto, que un día de estos debería de leerlo; me han dicho que está bien).

    27 agosto 2007

    070827 de días grises II

    Me tenéis contento, vamos.

    Llevo una semana que no gano para disgustos.

    Bueno, creo que disgusto no es la palabra adecuada. Sobresaltos más o menos grandes que rozan en algunos casos el disgusto.

    La semana pasada, nos cayó un chaparrón encima. Y esta semana van y se cortan las Natillas. Y yo aquí, a 2 000 kilómetros.

    Podría parafrasear a la Reina de Inglaterra cuando hace unos años dijo aquello de que ese había sido un Annus Horribilis. No pocos que apenas sabemos inglés (ni otras lenguas distintas del hinojoseño) entendimos que estaba reconociendo que tenía almorranas, que tenía el anus horribilis. Pero no, se refería a otras cosas, que se te queme un castillo y cosas de esas.

    Teniendo en cuenta que el castillo que ardió fue el de Windsor, ya podían haberse dado prisa en cambiarle el nombre al edificio de la Castellana. Pardillos.

    De todas formas, fue en 1 992, así que es de suponer que más que por lo del castillo y los tarambanas de sus hijos, lo que más le jodió fue que tanto la olimpiada como la expo saliesen muy bien. Hijos de la Gran Bretaña, Pérfida Albión.

    Bueno, que a esta semana horribilis le quedan pocos días, un puñado, vamos, así que procurad no darme más sobresaltos.


    http://www.phrases.org.uk/meanings/annus-horribilis.html

    23 agosto 2007

    070823 de días grises

    Hoy no es un buen día.

    Uno de esos días grises y plomizos de Alemania, en los que parece que se te viene el cielo encima y que a duras penas consigues encontrar luz.

    Tengo mil cosas que contaros, mil anécdotas que se me acumulan, mil maneras de haceros la vida más llevadera.

    Pero hoy no es un buen día.

    Y si fuera sólo eso, sería soportable.

    Como actor sé que me debo a mi público, en este caso a mis lectores, que día tras día estáis ahí tras la pantalla.

    Pero me permitiréis que por una vez lo deje todo de lado y me quede en silencio.

    Lo que tenga que ser, será.

    http://www.cybercat21.com/juan_emilio/index.php?photos/album/4

    22 agosto 2007

    070822 de exiliados XX

    ... y de Munich (III)


    El sábado nos propusimos madrugar, pero ¿para qué proponernos cosas que sabemos que no vamos a cumplir? Así que llegamos al centro de la ciudad a eso de las 11. Visita a Marienplaz y a la librería de turno; un par de libros para la buchaca. Visita a Karlplatz y a la librería de la esquina; otro par de libros al bolso. No, si teníamos que habernos venido con la maleta grande para cargar con tanto papel. ¡Y encima en alemán, que ninguno de los dos lo entendemos! Afortunadamente compré dos libros que me van a ser muy útiles: Diccionario Mujer-Alemán, Alemán-Mujer (con fotografías), y Vivir en pareja para principiantes. Después de 40 años juntos, seguiré considerándome principiante (y malo del momento en el que deje de hacerlo).


    Luego recorrimos todas las iglesias de la ciudad, todas las plazas, todas las esculturas y, afortunadamente, todos los Biergarten, que son como nuestras terracitas, pero más tranquilas y en las que te compensan el no ponerte tapa llegando hasta el medio litro de cerveza por 2 euros y medio.


    Y para redondear la velada, cena romántica alrededor de las velas para comernos un codillo de cerdo asado, acompañado de una patata que aquí la cuecen, la hacen puré y luego le vuelven a dar la forma de la patata, que digo yo, ya son ganas de trabajar; ¿por qué no la dejan echa una bola cuando era patata antes de triturarla con el pasapuré? Lógica alemana que tampoco entenderé nunca.


    Habrá quien me tache de poco romántico, pero a mí se me saltan las lágrimas sólo de recordarlo.


    Vale, la noche es joven, estamos en Munich; sólo dos inconvenientes, llevo un saco de libros que parezco el cuarto de los Reyes Magos y he sudado como un cerdo acarreándolos por todo Munich. Volvemos a casa, total son 6 estaciones, dejamos los libros, me ducho y nos vamos a la zona de marcha, que aquí es por la Universidad. Bueno, aquí y en todo Occidente.


    Llegamos a la casa, suelto los libros (menos mal que estábamos en el sótano, que si no se creen los de abajo que se hunde el techo), me ducho, vuelvo a la habitación y me encuentro a Isabel roque debajo del edredón. Esta niña se tuvo que caer de pequeña en una marmita llena de sueño, porque esto no es normal.


    A lavarme los dientes, apagar la luz y soñar con los angelitos.



    21 agosto 2007

    070821 de exiliados XIX

    ... y de Munich (II)


    Llegamos a Munich a una hora prudencial, a eso de las 9. Varias alternativas desde la estación central; la mejor, tranvía hasta Harras (y no precisamente de cerveza) y ahí transbordo. El que diseñó las conexiones de la estación de Munich con los tranvías o estaba borracho o tenía muy mala baba. Media hora buscando el puto andén y al final no lo encontramos.


    Plan B; en lugar de tranvía, cogemos directamente el metro, línea 1 hasta Marienplatz y ahí trasbordo, pasando por la Poccistraße (po cí, como su propio nombre indica) hasta la parada de nombre impronunciable que en el ranking de fonetica alemana se pronuncia con mucha saliva. El que diseñó las conexiones de la estación de Munich con el metro o era el mismo joputa que diseñó las conexiones con el travía o era su hermano. En cualquiera de los dos casos, la madre tiene que tener una otitis de camello de tanto que le pitan los oídos.


    Otra media hora. Pero esta vez sí la encontramos.


    A las 10 de la noche llegamos a casa, un caserón enorme en una zona residencial que no debe estar a más distancia que Alvarado de la Puerta del Sol, con la diferencia de que en Alvarado son edificios de miniapartamentos de 80 años y aquí son chalets con piscina.


    Nuestra habitación estaba en el sótano, una habitación que durante años había utilizado el como pisito de soltero, amueblada con una barra de bar, sofás y, para la ocasión, con algunos colchones en el suelo. Colchones sobre tablas, supongo para que hiciesen de flotador, porque otra cosa no tienen las casas alemanas, y sobre todo los sótanos, pero humedad, como para regar media España.


    Pero daba igual, estábamos en Munich, éramos jóvenes, teníamos ganas de juerga y ... Y cuando me di cuenta, Isabel se había dejado caer en uno de los colchones y había entrado en estado de shock morfeico. Ni le había dado tiempo a quitarse las gafas.


    En fin, Munich la nuit, otra vez será.


    A lavarme los dientes, apagar la luz y soñar con los angelitos.


    20 agosto 2007

    070820 de exiliados XVIII

    ... y de Munich (I)


    Este fin de semana pasado: Munich, la Mónaco de Baviera.


    Llevaba semanas preparándolo. Antes de venir hace un mes me puse en contacto con los jugadores de München Lacrosse para quedar y entrenar con ellos. En el torneo de Pilsen jugué en su equipo y apunté la posibilidad de que alguien nos prestase una habitación para el fin de semana en cuestión. Hace dos semanas fui a uno de sus entrenamientos (3 horas de entrenamiento físico 3) y aguanté carros y carretas para no dejar mala impresión y que me dejasen entrar en casa de alguno (lo intenté con alguna, y tuve más éxito, pero cuando dije que iba con mi mujer, las cosas cambiaron, y donde dije digo digo Diego; ellas se lo perdieron). En fin, que el miércoles tenía confirmada la casa de uno de los jugadores, que se iba justamente el sábado por la mañana de vacaciones, pero que como soy una persona responsable se fiaba de mí. No se fía ni mi madre de mí, y este alemán si lo hace; curiosa tierra ésta.


    Además, para redondear el viaje, en Titting, un pueblo cercano, organizaban su Oktoberfest particular. Si en Munich se celebra el Festival de Octubre en septiembre, ¿por qué no van a poder celebrarlo en Titting en agosto? Pa chulo, yo.


    Todo coordinado con precisión española: salimos a las 6 de Beilngries, llegamos en un cuarto de hora a Titting, nos tomamos un cervecita (yo de las pequeñas, o sea, de las de 1 litro; las de 2 litros ya se me hacen mucho si tengo que conducir), pasamos unas horas allí hasta que se pase el efecto de la cerveza (en mi caso, de 4 a 5 horas), nos empapamos de folklore bávaro y después salimos tranquilamente para dormir en Munich.


    Y con precisión española salió. A las 6 y pico aún estaba en la fábrica, cuando por fin me escapo, alguien se había escapado ya con mi coche, bueno, el de la empresa, que por algún motivo tiene dos llaves y a las de recepción se les escapó el detalle de que si sólo había una era porque alguien tenía que tener la otra; además, como ya se había acabado la jornada, no quedaba nadie en recepción para darme las llaves del otro coche. Eso me pasa por quedarme a trabajar hasta tarde.


    Hala, ponte a buscar alternativas. Autobús hasta Kinding, desde allí tren hasta Munich y finalmente metro hasta la casa. Titting debe esperar a mejor ocasión.



    Por cierto, si viajáis por Baviera, no os perdáis el Bayern Tiket, un billete que cuesta 27 € y con el que pueden viajar hasta 5 personas todo el día en trenes regionales, autobuses, tranvías, ... Un chollo y una muy buena medida disuasoria para las familias no coger el coche. A ver si aprenden nuestros politicastros.



    14 agosto 2007

    070814 de exiliados XVII

    Lleva un día aquí y ya me tiene la cabeza loca.

    Nada más llegar me regó toda la habitación del hotel de ropas, potingues y demás. La encimera del lavabo parece una droguería con tanto bote. Me ha hecho cambiarme de lado de la cama, porque duerme mejor en donde estoy, estaba, yo. Utiliza mis chanclas para ducharse y me las deja chorreando. Me ha cambiado los horarios de comidas, ahora desayuno fuerte a las 7, almuerzo varias veces en la mañana, como a la 1 (ésta me la saltaba), ceno a las 7 y vuelvo a cenar a las 10, porque ya tengo hambre otra vez. La he tenido que llevar a un concierto de una coral a una abadía franciscana y aparte de tragarme el tostón de los gordos cantando no he podido beberme ni una cerveza porque tenía que conducir. Ya ha planificado mi vida para los próximos 10 días, y por ningún lado aparecen juergas, fiestas, ni excesos varios, sólo museos y cultura.

    Estoy deseando que se vuelva a España y recuperar mi rutina de soltero.

    Aparte de esto, me encanta la vida de casado.


    13 agosto 2007

    070813 de exiliados XVI

    Bueno, ya tengo a la niña aquí. Se me acabó la alegre vida del Rodríguez y vuelta a la vida de casado. Si es que lo bueno dura poco.

    En fin, ahora me preocupo por mis niñas que se han quedado en Madrid; ¿quién las va a regar ahora, con la caló que hace? De ésta se me secan la mitad.


    10 agosto 2007

    070810 de exiliados XV

    Hay que tener cuidado con los que se pide.

    Y no me refiero a cuando deseas que tu suegra se dedique a la jardinería, a criar Malvas, por ejemplo (que no, Isabelita; ¿cómo voy a pensar yo eso, con lo que te quiero?).

    Me refiero a tener cuidado con lo que se pide en el restaurante. Hoy tenía hambre, mira tú por donde, así que me he dejado de ensaladitas y me he ido a un italiano. Aquí lo tendré fácil para pedir, pensé.

    Pizzas, calzones, spaghetti, ... Pero en la carta había algo que sobresalía: Giganti ai Porcini. Porcini, cerdo, Giganti, gigante y ai, pues eso: ya está, traducción, "hay cerdo gigante". Si es que siempre he sido bueno para los idiomas.

    He estado a punto de pedir dos cervezas, porque con una no me iba a llegar.

    Mientras esperaba han servido unas pizzas familiares a unos patateros, pero que cada uno se ha comido una. Eso sí, con cuchillo y tenedor, que eso de tocar la comida con la mano está muy mal visto.

    También han servido a una señora que estaba delante de mí un plato de spaghetti más grande que ella.

    He comenzado a salivar; si unos tristes spaghetti los sirven en tal cantidad, lo mío que es giganti ...

    Y sí, era giganti; esto no lo había visto en España, eran como raviolis, pero distintos. Y sí, tenías que partirlos en 4 trozos para poder comértelos. 16 bocados, porque eran 4 reviolis contados. Y el cerdo, ni olerlo, que hoy es viernes (otra vez viernes) y aquí la Cuaresma enlaza con la del año siguiente.

    Así que yo ahí, comiéndome mis tristes raviolis mientras la vieja se atiborraba de carbonara, que he estado a punto de decirle: "Abuela, si le quedan 4 días; ¿no ve que comiendo tanto le va a dar un trus?"

    Pues no, no le ha dado un jamacuco. He estado estirando la comida para que me durase y engañar a mi estómago.

    Pero nada, es que yo tengo un estómago muy listo y no se ha dejado engañar, así que está protestando.

    Os dejo, que tengo que echarle algo de comida, porque me da la impresión que ha comenzado a darle mordiscos al hígado.




    09 agosto 2007

    070809 de exiliados XIV

    Hoy es un día triste. Nefasto diría yo.

    Y no lo digo porque hoy hace cuatro años que me casé (bueno, más o menos).

    No me quejo por las noches casi en vela que me a tocado pasar porque a ella le apetecía hablar. Ni de los días casi de cartujo porque a ella no le apetecía solt.

    Ni por las manías (mías) que me ha tocado cambiar para adaptarme a las suyas, como la de hacerme monógamo, por ejemplo. ¿Monogamia, por qué?, eso es ir contra natura.

    Tampoco lo digo porque en este tiempo me haya tocado conocer a mi puñetera suegra (una santa ella) y el resto de su familia (Dios, ¿por qué no me tocó una familia política normal?).

    Y nada digo de los freekies de sus amigos, algunos (la mayoría) de los cuales no quiero ni como conocidos lejanos.

    Lo digo porque hoy, precisamente hoy, estoy a 1500 km de ella en este día lluvioso y frío. Y eso, eso no me lo repara nadie.


    Salvando las enormes distancias y reconociendo la gran diferencia, en tierra extraña, en medio de la nada, solo, hoy es cuando más cerca de ser un exiliado me siento.



    08 agosto 2007

    070808 de exiliados XIII

    Otra de las cosas que recuerdo de mi escapada al torneo de Pilzen es el viaje en sí. 300 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para mí, que no me gusta conducir.

    Según la Guía Campsa la ciudad está a 230 kilómetros de aquí, según mi cuentakilómetros hice 600. Y esto no quiere decir que los de Campsa no hayan hecho un buen trabajo.

    Salí según el plano por una carretera comarcal bastante decentilla, siguiendo el valle del Altmühl, atravesando aldeas bávaras, pasando bajo castillos colgados de las montañas, ... Y ahí mi primera sorpresa; encontré una señal de tráfico que no habría visto en mi vida: una señal de límite de velocidad a 60 km/h ... para tanques. Cágate, lorito. Es que me encuentro por la carretera un tanque que viene hacia mí y lo que menos me preocupa es que venga a 60 km/h, lo que me preocupa es que venga.

    El siguiente hito era Regensburg, la ciudad de la lluvia, o sea, lo normal aquí. ¿Hay algún pueblo en España que se llame Villasol?, yo al menos no lo conozco; pues aquí hay una Ciudadlluvia, como si eso fuera algo raro.

    Una ciudad que me han dicho que es muy bonita, pero de la que sólo conozco sus alrededores, los de un lado y los del otro, porque tenía que rodearla por el norte y lo hice por el sur, así que cuando ya me había pasado más de 20 km me tocó hacer un cambio de sentido y desandar lo andado.

    Hasta Pilzen llegué bien. Lento pero seguro; yo ahí a mis 120 km/h en un país donde el límite está a 250. Cuando me adelantó el twingo comencé a preguntarme si no estaba un poquito fuera de lugar.

    Al llegar a la ciudad tenía que rodearla y entrar por Ejpovice, que tiene nombre de feria erótica, pero que en realidad es un pueblo en las afueras de la ciudad de la cerveza. No me preguntéis cómo lo hice, el caso es que cuando me dí cuenta estaba otra vez en la autovía de vuelta para Alemania.

    Malo será, pensé, me meto por la siguiente entrada y ya está.

    La siguiente entrada estaba a más de 10 km, por lo que el plano que tenía ya no servía para nada. Además me metí en una urbanización en obras, así que la mitad de las calles estaban cortadas.

    Como pude me orienté por las chimeneas de las fábricas y logré llegar a algún punto de la ciudad.

    Vale, estoy en una ciudad que no conozco, cuyo idioma no conozco, pocos de cuyos habitantes hablan un idioma medianamente inteligible, con un plano impreso en el que no se leen los nombres de las calles (y aunque se leyeran, no sabría pronunciar consonantes con tilde) y para colmo no sé a dónde voy. A todo esto, ya era la hora de comienzo del torneo.

    Es curioso porque además en estas ciudades del este apenas hay gente por las calles; coches sí, muchos y destartalados, pero gente poquita. Acerqué el coche a la acera y le pregunté a una señora que paseaba el perro, o el perro la paseaba a ella. La situación era como cuando algún turista extranjero perdido pasa por Los Hinojosos y le pregunta a los abueletes que están tomando el sol en la plaza que por dónde se va a Villasol. Pánico es lo que había en la cara de esa mujer (en la de los abueletes de La Mancha hay cachondeo; en eso son un poco distintos). El caso es que la mujer sacó fuerzas de donde no había, se armó de valor y me explicó cómo llegar. Me lo explicó en checo, claro. Sólo saqué en claro que tenía que seguir adelante y luego doblar a la derecha. Malo será, pensé.

    Luego le pregunté a otro colega, a otra señora, a otra chica, a una pareja a la que desautorizó una mujer que, ésta sí, hablaba algo de alemán, llegué a un semáforo en rojo para doblar a la izquierda en el carril en el que estaba yo, y después de que los otros carriles pasasen varias veces por el rojo y por el verde éste aún seguía en rojo, me metí en el casco histórico, volví a salir, volví a entrar y volví a salir, volví a pasar por delante del semáforo que aún seguía en rojo y el mismo coche que había estado delante de mí parado seguía allí, pacientemente esperando a que se pusiese en verde, ...

    Poco a poco parecía que me iba acercando. O no, porque cuando llevas una hora dando vuelta ya todo te parece conocido.

    Finalmente me indicaron que era seguir la calle recta y un taxista me lo confirmó.

    Cuando llegué y vi los palos de lacrosse, casi se me saltan las lágrimas. Una hora tarde, pero allí estaba. Ya habíamos perdido el primer partido; menos mal que llegó el revulsivo que necesitaba el equipo, un tío que llevaba tres horas desquiciado en un coche, y el equipo remontó.

    Luego busqué aparcamiento para por la noche; me dijeron que no era necesario, que era una ciudad segura, pero unos jugadores de Passau me dijeron que ellos habían venido los dos años anteriores con coches y que cada año les habían robado uno, por eso esta vez habían ido en tren.

    Hala, ponte de nuevo a callejear por la ciudad. Además, el aparcamiento estaba en una calle en obras (puñetero Gallardón, ya ha llegado hasta aquí) y sólo había una señal de prohibido el paso y un cartel en checo en el que se leía algo que parecía poner "policía". A la tercera vuelta a la manzana no me quedó más remedio que pasar; todo puede ser que me detengan. Pero no, era ahí. Ahora ponte a hablar con un abuelete checo que chapurrea algo de alemán que cuánto cuesta, que si se puede pagar con tarjeta, porque a todo esto me fui sin coronas checas, que si es seguro, ... Bueno, me convence para dejarlo, paso, aparco y veo que el abuelete viene corriendo porque había aparcado en una zona del aparcamiento que no me correspondía. Hala, vuelve a sacar el coche y apárcalo bien.

    A la mañana siguiente no me fiaba del aparcamiento, aparte de que el colchón del hotel tenía cuatro dedos contados de espesor y era peor que dormir en el suelo, así que a las 6 ya era de día y me fui a por el coche. El abuelete seguía allí, dentro de la cabina, durmiendo sentado y con los brazos cruzados. Me dio pena despertarlo, pero necesitaba mi coche. Nos tratamos con una cordialidad como si nos conociéramos de toda la vida. No aceptaban tarjeta, pero me cobraron en euros. Os recomiendo ese sitio, por 5 euros puedes dormir tranquilo.

    Después del torneo me volví a Beilngries. Esta vez sí cogí bien el desvío de Ejpovice, bueno, lo cogí como la primera vez, en dirección a Alemania.

    En la frontera para ir no me pidieron nada, pero para volver casi le disparan al coche porque me salté el control, Spanier, Spanier, gritaba yo mientras ellos me apuntaban con el cetme.

    Volvieron a adelantarme la mayoría de los coches que circulaban por allí, volví a perderme en Regensburg, volví a desandar lo andado, entré bien, pero volví a perderme esta vez por las montañas (incluso creo que el twingo volvió a estar detrás de mí, pero esta vez con tanta curva no tuvo posibilidad de adelantarme). Finalmente llegué al hotel. Al bajar del coche estuve tentado de arrodillarme a besar el suelo, y lo hubiera hecho de no ser porque había llovido y era un barrizal y sobre todo porque tenía agujetas hasta en las yemas de los dedos y si me agachaba, ahí me quedaba; tendrían que haber llamado a una grúa para levantarme.

    Total: 150 kilómetros más que la Guía Campsa.

    Moraleja 1.- no hay que tener miedo a lo desconocido; al final sale razonablemente bien.

    Moraleja 2.- nene, prepárate mejor las cosas, que un día la vas a liar.

    Y conclusión: a todos aquellos que en algún momento habéis pensado en hacer un regalo útil, no lo dudéis, en dos palabras: G PS, o dicho de otra manera GP S. Habladlo con la persona a la que se lo vayáis a regalar, porque hay muchos modelos y con muchas aplicaciones, y seguro que está dispuesto a colaborar para conseguir uno mejor. Seguro que acertáis; dejaros de corbatitas, pulseritas y demás chorradas: GPS.



    07 agosto 2007

    070807 de exiliados XII

    Esto de estar fuera de casa tanto tiempo no puede ser bueno.

    Unos amigos me dijeron que iban a un torneo de lacrosse y me dije ¿por qué no?

    Os pongo en antecedentes de algunas razones de por qué no:

    - La primera es que no he cogido un palo desde hace casi un mes, por lo que la técnica y la táctica las tengo casi olvidadas.

    - La segunda es que llevo dos semanas comiendo como un cerdo y bebiendo como un marrano (spider-cerdo, spider-cerdo), lo cual no vendría muy mal para un jugador de lacrosse que quiera ganar algo de peso, pero entonces viene la razón 3.

    - La tercera es que he perdido la poca forma física que tenía, si es que alguna vez tuve algo.

    Y la cuarta que arrasa con todas las demás es que era en Pilzen, a 300 kilómetros de aquí, al otro lado de la frontera checa. Pero, ¿por qué no?

    Así que ahí me ves cogiendo el coche, a mí que no me gusta conducir, haciéndome 300 kilómetros el sábado y otros tantos el domingo sólo para ir a un sitio a que me peguen. Si ya digo que tuve que golpearme muy fuerte la cabeza de pequeño para hacer estas cosas.

    Había 7 equipos, 4 checos de nombres impronunciables, 1 austriaco y 2 alemanes, que como los 2 son de aquí, Munich y Bayern, jugué varios partidos con los 2, aunque estaba fichado por el Bayern, con cláusula de rescisión de varios millones y eso. Soy el primer beinlgriesiano que juega con el equipo de Baviera.

    Y no nos fue muy mal, terminamos terceros.

    Del torneo tengo varios recuerdos, la imagen de un checo de 150 kilos al que tenía que defender y que, al revés del dicho, en este caso era como matar cañonazos a moscas, el olor corporal de otro de los checos que hizo que el olor pestilente a bagazo de las cervecerías de la ciudad pasase por inadvertidos, algún golpe que me ha dejado moratón para una semana, el Pamela, que es un garito de la ciudad que se convirtió en nuestro grito de guerra, ...

    De la ciudad no vi nada, o casi nada. Es lo que tienen estos torneos; viajas mucho, sí, pero no sales de la burbuja de la competición.

    En septiembre es el nuestro; a ver cómo sale.

    No intentéis adivinar qué carajo es lo que está dibujado en el logo; ya os lo digo yo, es un camello. Las tropas de Dschingis Khan (así viene escrito en wikipedia), Gengis para los amigos, llegaron a los alrededores de Pilzen. Los pilzenianos, que son unos cachondos, le robaron los camellos y Gengis se pilló un rebote de tres pares de narices, así que sitió la ciudad para recuperar los camellos; por un amigo no lo habría hecho, pero qué no haría uno por un camello (y si no, que se lo pregunten al Luisma).

    Bueno, la ciudad estuvo sitiada durante meses, pero resistió y Khan tuvo que volverse por donde había venido, pero sin camellos.

    Desde entonces este animal es símbolo de la ciudad.

    Así me lo contaron y así lo escribo; teniendo en cuenta que el que me lo contó era un checo borracho que apenas hablaba inglés y que yo llevo unas 20 horas de sueño de retraso, no os recomiendo que vayáis contando esta historia por ahí y encima dándooslas de cultos.


    06 agosto 2007

    070806 de exiliados XI

    Lo peor de estar fuera es que te pillen celebraciones mientras tanto.

    Hoy es el cumpleaños de una de mis chicas y me voy escopetao a cargar el teléfono, que para colmo está sin batería, para poder hablar con ella.

    Felicidades, preciosa.






    03 agosto 2007

    070803 de exiliados X

    Exiliado y además ingeniero.

    Cristo está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, y éste se preocupa de que los ingenieros no estemos muy lejos por si acaso. Más de una vez se ha encontrado con un marrón de narices y hemos tenido que ser nosotros los que le hemos sacado las castañas del fuego.

    De todas formas, una cura de humildad de vez en cuando nunca viene mal.

    Esta mañana he intentado cargar un plano en la tarjeta de memoria del móvil. El pantallón enorme del ordenador tiene lector de tarjetas de memoria en un lateral, así que pensé que no iba a necesitar el cable de conexión.

    Metí la tarjeta y ... mierda ... no hacía tope. Se me había quedado dentro. He intentado sacarla con la punta de un boli y no había manera. Al final he optado por el método español, he volcado la pantalla del ordenador hasta que ha salido.

    Qué susto! Menos mal que ha salido.

    Y entonces, idea feliz, ¿a ver si la he intentado meter al revés, con las conexiones al lado contrario? Y he probado al contrario, y se me ha vuelto a quedar la tarjeta dentro. Esta vez más adentro.

    Mierda. A ver si con el boli ... No, es demasiado grueso.

    A ver si con el portaminas ... Mierda, se ha partido la mina y se ha quedado dentro.

    Pfff.

    Bueno, método español que te crió. Pero esta vez, aparte de no salir la tarjeta, al volcar la pantalla se ha apagado y no se ha vuelto a encender. ¿Qué pasa, que mi tarjeta no sale, pero todos los bytes sí que se han escapado por la ranura del lector?

    Pfff, mierda y pfff otra vez.

    Llamo al informático. Oye, que no puedo sacar la tarjeta. Habrá pensado: este españolito que no sabe como funciona la alta tecnología.

    Llega, mira y dice: pero si no hay ninguna tarjeta dentro. Que sí, que la acabo de meter. Prueba con un boli; ups, creo que la he metido un poco más. Scheiße; mira, ya comienzo a pensar en alemán.

    Bueno, dice, voy a llamar al infirmático. Pero el informático no eras tú? Sí, claro, pero soy de software; voy a llamar al de hardware. Bendito país que tiene un informático de software, otro de hardware y otro para limpiarle el polvo al teclado; nosotros hacemos algo parecido, la mujer de la limpieza es la informática de la empresa. Así nos va.

    Llega el informático de hardware, primo hermano de Fu-Man-Chú, calvo como una bola de billar, pero con una coleta que le llega hasta donde la espalda pierde su honroso nombre.

    Aquí no hay tarjeta. Ya estamos tocando los cojones, pienso; que sí, que la acabo de meter.

    Saca del bolsillo una navaja suiza de medio metro y la empieza a blandir tipo luchacos; pienso, coño, he metido la tarjeta y este me va a castigar rebanándome el pescuezo. Pero no, enfila el ordenador y se dispone a sacar la tarjeta. Un profesional, he ahí un profesional con los útiles adecuados ...

    Un mierda, he ahí un mierda. Pues no va el mamonazo y me dice que ha metido la tarjeta más dentro todavía. Por lo menos ahora estamos todos seguros de que la tarjeta está dentro. Eso es un avance.

    La tecnología alemana se rinde a la tradición hispana: coge la pantalla y la vuelca, pero ni por esas; claro, a estas alturas la tarjeta debe estar por el esófago.

    Y además la pantalla no se ve, dice. Y yo ahí callado pensando, a ver si cree que ha sido él el que se la ha cargado.

    Al final trinca la pantalla debajo del brazo y se la lleva al laboratorio. Vale, llevo 2 semanas aquí y el colega se pasea por toda la oficina con mi ordenador debajo del brazo. El paso siguiente es explicar a mis compañeros, mi jefe incluido, por qué Fu-Man-Chú se lleva mi ordenador mientras entona una marcha fúnebre; discreto el niño.

    Vuelve al rato; conecta los cables, pero la pantalla sigue sin funcionar. Y yo nervioso porque no sé qué ha pasado con mi tarjeta. Mira por un lado, comprueba por otro, se saca del bolsillo la tarjeta y me la da porque ya estoy empezando a ponerlo nervioso con mis preguntas sobre la tarjeta, vuelve a comprobar, vuelve a mirar. Finalmente se da cuenta de que se ha desenganchado un empalme de alimentación de la pantalla.

    Maldita tecnología alemana, al final recurren a los empalmes y a zarandear la pantalla como nosotros.

    Y a todo esto, no he podido cargar el plano. Cualquiera prueba otra vez.



    02 agosto 2007

    070802 de exiliados IX

    Cuando estás acostumbrado a viajar no te das cuenta de las comodidades de casa. Además, como normalmente hago viajes relativamente cortos, de 15 días como mucho, hay cosas de las que no me doy ni cuenta.

    Me refiero a la lavadora. Cuando haces un viaje de un par de semanas cargas la maleta hasta los topes y vas tirando hasta que se acaba, que suele coincidir cuando se acaba tu viaje. Luego a la vuelta tienes otras 2 semanas de lavadora y plancha, pero eso no es problema.

    Aquí he hecho cálculos más o menos parecidos, con la diferencia de que aquí vengo para un mes y no tengo tanta ropa en casa. Le confisqué la maleta a mi mujer, que casi quepo yo dentro, pero ni aún así.

    Después de 10 días en Baviera casi me he quedado sin ropa. Previsor yo, antes de que se me acabe he buscado dónde lavarla.

    Problema 1: esto es una aldea y no hay lavanderías; ni siquiera el hotel tiene ese servicio. Bueno, sí, hay una; hay viene el ...

    Problema 2: estamos en verano y esa gente tiene derecho a sus vacaciones.

    Así que aquí estoy, en medio de Baviera con un saco de ropa sucia y sin donde poder lavarla. Ya me veo con la tabla debajo del brazo yendo al río a lavar.

    Menos mal que uno de los compañeros se ha apiadado de mí y me va a dejar lavar en su casa. Realmente no es que me deje usar la lavadora, me ha dicho una verdad a medias y cuando he ido a su casa con el petate me ha dicho que lo dejase allí, que ya lo lavaría su mujer al día siguiente. Menudo marrón; esto me cuesta discutir con su mujer, a la que no conozco, y a él le cuesta el divorcio.

    Si por lo menos consigo ropa limpia, no lo daré por mal empleado.



    01 agosto 2007

    070801 de exiliados VIII

    Ayer hubo un asesinato en Beilngries.

    En Madrid o Barcelona eso no es una novedad; en una aldea bávara como ésta es la noticia del decenio.

    La verdad es que no me he enterado bien de los detalles, pero tiene que haber sido una historia bastante macabra.

    Al parecer una mujer iba anoche a trabajar a eso de las 5 de la madrugada cuando vio un cuerpo tirado sobre un Schaukel, que tiene que ser algo que hay en los parques. La mujer, temiendo que cogiese frío, lo ha movido para se despertase y el cuerpo se ha girado, mostrando que estaba totalmente ensangrentado, con signos de violencia y con la cabeza golpeada.

    La mujer comenzó a gritar pidiendo auxilio y se fue corriendo a buscar a la policía; cuando volvieron, misteriosamente el cuerpo ya no estaba allí, por lo que piensan que el asesino lo acababa de matar, se escondió cuando vio a la mujer y cuando ésta se fue corriendo, volvió y tiró el cuerpo al río. Ahora están estudiando drenar el río a ver si encuentran el cadáver.

    Bueno, eso es más o menos lo que he entendido, porque la verdad, todo el mundo habla del tema pero ninguno lo tiene claro.

    Y tampoco es que yo tenga muchos reflejos ahora. Después de la barbacoa del hidalgo de ayer en casa de mi colega, estoy hecho unos zorros. Tras la paliza que me dieron los críos, al salir de la casa me dio el bajón por la cerveza, así que al saltar la verja me quedé enganchado, haciéndome jirones el pantalón y parte de la camiseta, que ya de por sí estaba rota y además quemada. Luego en la cuesta abajo me tuve que ir tambaleando y supongo que llegué a caer, porque las rodillas las tengo machacadas; también me duele el costado, es posible que me llevase algún retrovisor de coche por delante. Además cogí frío, porque recuerdo que al llegar a un sitio donde hay juegos infantiles no pude menos que dejarme caer y sentarme en los columpios. Tuve que quedarme dormido no sé hasta que hora, porque recuerdo vagamente que esta madrugada me han despertado una especie de aullidos, sería algún animal; estaba completamente helado, así que como he podido he llegado al hotel, he tirado a la basura la camiseta que aún tenía restos del ketchup que me echó por encima ayer uno de los críos, me he puesto otra tirita en el ojo, que por la noche se me ha debido caer, y he dormido un par de horas antes de volver al trabajo. Se han asustado cuando me han visto llegar, pensaban que había tenido un accidente con el coche. Críos, no los tengo, pero los sufro.

    Y lo del asesino; joder, estamos asustados. Qué mal rollo, ¿no?

    Al gran Quico Cadaval