Esto de estar fuera de casa tanto tiempo no puede ser bueno.
Unos amigos me dijeron que iban a un torneo de lacrosse y me dije ¿por qué no?
Os pongo en antecedentes de algunas razones de por qué no:
- La primera es que no he cogido un palo desde hace casi un mes, por lo que la técnica y la táctica las tengo casi olvidadas.
- La segunda es que llevo dos semanas comiendo como un cerdo y bebiendo como un marrano (spider-cerdo, spider-cerdo), lo cual no vendría muy mal para un jugador de lacrosse que quiera ganar algo de peso, pero entonces viene la razón 3.
- La tercera es que he perdido la poca forma física que tenía, si es que alguna vez tuve algo.
Y la cuarta que arrasa con todas las demás es que era en Pilzen, a 300 kilómetros de aquí, al otro lado de la frontera checa. Pero, ¿por qué no?
Así que ahí me ves cogiendo el coche, a mí que no me gusta conducir, haciéndome 300 kilómetros el sábado y otros tantos el domingo sólo para ir a un sitio a que me peguen. Si ya digo que tuve que golpearme muy fuerte la cabeza de pequeño para hacer estas cosas.
Había 7 equipos, 4 checos de nombres impronunciables, 1 austriaco y 2 alemanes, que como los 2 son de aquí, Munich y Bayern, jugué varios partidos con los 2, aunque estaba fichado por el Bayern, con cláusula de rescisión de varios millones y eso. Soy el primer beinlgriesiano que juega con el equipo de Baviera.
Y no nos fue muy mal, terminamos terceros.
Del torneo tengo varios recuerdos, la imagen de un checo de 150 kilos al que tenía que defender y que, al revés del dicho, en este caso era como matar cañonazos a moscas, el olor corporal de otro de los checos que hizo que el olor pestilente a bagazo de las cervecerías de la ciudad pasase por inadvertidos, algún golpe que me ha dejado moratón para una semana, el Pamela, que es un garito de la ciudad que se convirtió en nuestro grito de guerra, ...
De la ciudad no vi nada, o casi nada. Es lo que tienen estos torneos; viajas mucho, sí, pero no sales de la burbuja de la competición.
En septiembre es el nuestro; a ver cómo sale.
No intentéis adivinar qué carajo es lo que está dibujado en el logo; ya os lo digo yo, es un camello. Las tropas de Dschingis Khan (así viene escrito en wikipedia), Gengis para los amigos, llegaron a los alrededores de Pilzen. Los pilzenianos, que son unos cachondos, le robaron los camellos y Gengis se pilló un rebote de tres pares de narices, así que sitió la ciudad para recuperar los camellos; por un amigo no lo habría hecho, pero qué no haría uno por un camello (y si no, que se lo pregunten al Luisma).
Bueno, la ciudad estuvo sitiada durante meses, pero resistió y Khan tuvo que volverse por donde había venido, pero sin camellos.
Desde entonces este animal es símbolo de la ciudad.
Así me lo contaron y así lo escribo; teniendo en cuenta que el que me lo contó era un checo borracho que apenas hablaba inglés y que yo llevo unas 20 horas de sueño de retraso, no os recomiendo que vayáis contando esta historia por ahí y encima dándooslas de cultos.
Unos amigos me dijeron que iban a un torneo de lacrosse y me dije ¿por qué no?
Os pongo en antecedentes de algunas razones de por qué no:
- La primera es que no he cogido un palo desde hace casi un mes, por lo que la técnica y la táctica las tengo casi olvidadas.
- La segunda es que llevo dos semanas comiendo como un cerdo y bebiendo como un marrano (spider-cerdo, spider-cerdo), lo cual no vendría muy mal para un jugador de lacrosse que quiera ganar algo de peso, pero entonces viene la razón 3.
- La tercera es que he perdido la poca forma física que tenía, si es que alguna vez tuve algo.
Y la cuarta que arrasa con todas las demás es que era en Pilzen, a 300 kilómetros de aquí, al otro lado de la frontera checa. Pero, ¿por qué no?
Así que ahí me ves cogiendo el coche, a mí que no me gusta conducir, haciéndome 300 kilómetros el sábado y otros tantos el domingo sólo para ir a un sitio a que me peguen. Si ya digo que tuve que golpearme muy fuerte la cabeza de pequeño para hacer estas cosas.
Había 7 equipos, 4 checos de nombres impronunciables, 1 austriaco y 2 alemanes, que como los 2 son de aquí, Munich y Bayern, jugué varios partidos con los 2, aunque estaba fichado por el Bayern, con cláusula de rescisión de varios millones y eso. Soy el primer beinlgriesiano que juega con el equipo de Baviera.
Y no nos fue muy mal, terminamos terceros.
Del torneo tengo varios recuerdos, la imagen de un checo de 150 kilos al que tenía que defender y que, al revés del dicho, en este caso era como matar cañonazos a moscas, el olor corporal de otro de los checos que hizo que el olor pestilente a bagazo de las cervecerías de la ciudad pasase por inadvertidos, algún golpe que me ha dejado moratón para una semana, el Pamela, que es un garito de la ciudad que se convirtió en nuestro grito de guerra, ...
De la ciudad no vi nada, o casi nada. Es lo que tienen estos torneos; viajas mucho, sí, pero no sales de la burbuja de la competición.
En septiembre es el nuestro; a ver cómo sale.
No intentéis adivinar qué carajo es lo que está dibujado en el logo; ya os lo digo yo, es un camello. Las tropas de Dschingis Khan (así viene escrito en wikipedia), Gengis para los amigos, llegaron a los alrededores de Pilzen. Los pilzenianos, que son unos cachondos, le robaron los camellos y Gengis se pilló un rebote de tres pares de narices, así que sitió la ciudad para recuperar los camellos; por un amigo no lo habría hecho, pero qué no haría uno por un camello (y si no, que se lo pregunten al Luisma).
Bueno, la ciudad estuvo sitiada durante meses, pero resistió y Khan tuvo que volverse por donde había venido, pero sin camellos.
Desde entonces este animal es símbolo de la ciudad.
Así me lo contaron y así lo escribo; teniendo en cuenta que el que me lo contó era un checo borracho que apenas hablaba inglés y que yo llevo unas 20 horas de sueño de retraso, no os recomiendo que vayáis contando esta historia por ahí y encima dándooslas de cultos.
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