Y que todavía dudes de lo mucho que te necesito. Podrás dudar de mi cordura, no te lo reprocho. Podrás quejarte de mi nulo romanticismo, lo siento, no venía de serie. Podrás incluso maldecir mi falta de tacto, estás en tu derecho. Pero de lo que puedes estar segura es de que si por algo me despierto por las mañanas es por la promesa de ver tu cara, de que algo dentro de mi muere cuando salgo de casa y no es contigo, de que es sólo por ti que vuelvo a casa como si ninguna de las batallas del día hubieran sucedido y de que sólo cuando noto tu cuerpo a mi lado puedo dormir. No logro entender cómo no ves que tu sola presencia me reconforta y que cuando al pasar a mi lado tu desdén, voluntario o involuntario, me niega las migajas de tu mirada, me asfixio. ¿Todavía puedes imaginar mayor dependencia?
Siento aumentar tu carga de trabajo con un lastre como yo. No sé, supongo que es por eso, por ser conocedor de mi total y absoluta dependencia, por lo que te lo pongo tan difícil y te exijo lo imposible. Mi ego necesita creer que aún sigo siendo quien lleva las riendas del mundo, si es que alguna vez, en algún momento de la historia, desde incluso antes de darme a comer la manzana, no has sido realmente tú la que las has llevado.
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