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  • CALENDARIO DE CARRERAS - 2 010.


  • COMUNIONES 2 010.


  • 29 diciembre 2006

    061229 de despistes

    Ayer entré a la carrera en el centro comercial; era casi la hora de cierre y aún me faltaba un par de regalos por comprar. En el pasillo de entrada un hombrecillo se dirigió a mí en tono afable, pero apenas pude dirigirle alguna palabra para dejarle claro que no compraba lo que vendiese, fuese lo que fuese. Al llegar a la caja, la cajera miró el reloj, fastidiada porque ya era hora de estar en su casa. Entonces me sonó el móvil. Una amiga al otro lado del teléfono me preguntó que qué me había pasado con Luís; el tal Luís es un personaje curioso, pintoresco incluso, amigo común hacía unos años, pero a quien había perdido la pista hacía tiempo. No entendía por qué me preguntaba por él; sabía que habíamos perdido el contacto. Me contó que le acababa de llamar alterado e indignado porque me había visto y yo había despreciado su saludo; entonces caí, sí, el hombrecillo que se había dirigido a mí a la entrada del centro comercial.

    No tuve que darle muchas explicaciones, ella ya me conoce y sabe lo despistado que soy. Simplemente no lo reconocí y andaba, como siempre, apurado de tiempo. Algo así se había imaginado ella.

    Enlazando con esto, recuerdo hace unos años que iba por la calle y, al entrar en el metro esquivé en el último momento a una señora que se empeñaba en hacer espejo ante mí; cuando finalmente me zafé de ella y hacía cola en los tornos del metro, noté que algo golpeó mi cogote; no me abrió la cabeza, pero fue contundente. Miré al suelo y no encontré nada que se hubiera podido caer del techo, levanté la vista y nada vi colgado. Finalmente, miré hacia atrás y vi a la señora que acababa de esquivar blandiendo su bastón y diciéndome “Hijo, que soy tu madre”.

    28 diciembre 2006

    061228 de inocentadas

    - Tenemos una noticia que daros.

    Ante la familia expectante alrededor de la mesa de Navidad, todos miramos a mi hermana esperando cuál era esa noticia tan importante. La última vez que dijo algo parecido estaba embarazada, pero, claro, con este segundo hijo escarmentó, así que tenía que ser otra cosa. Se tomó su tiempo.

    - Por fin … tenemos … móvil.

    Gritos de alegría desaforada explotaron por aquí y por allá, se escucharon cánticos de aleluya, mi cuñado fue vilmente besuqueado con no pocas muestras de cachondeo. Cuando te has dedicado años a enorgullecerte de ser el último bastión anti teléfono móvil te arriesgas a esto; era una oportunidad para adelantar el día de los inocentes que no podíamos dejar escapar, y no lo hicimos.

    27 diciembre 2006

    061227 de honras

    Uno de los mandamientos de la ley de Moisés reza “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Nada dice de hacerlos buenos cuando realmente sean nefastos.

    Una historia cuenta que hace muchos, muchos años existía un dictador que ocupó un pequeño país vecino, pequeño pero muy rico. Del otro lado del mar, un emperador mandó sus tropas para defender al rey del pequeño país, su amigo. Liberó el país y ocupó el país invasor, haciendo que sus súbditos se levantasen contra el dictador, pero cuando el dictador estaba en las últimas, los consejeros asesoraron al emperador haciéndole ver que si derrocaba al dictador tendría que ayudar a reconstruir el país y el consejo decidió que era mejor salir del país ocupante, dejando a los súbditos insurrectos a merced del maltrecho, aunque poderoso aún dictador, quien aplastó el levantamiento con una dureza nunca vista hasta entonces. Ante estos desmanes nada hizo el emperador, aduciendo que esos eran asuntos internos de la dictadura.

    Con el paso de los años el hijo del emperador se hizo con el trono y convencido de que tenía una misión divina, arrasó el país del dictador y lo hizo preso. Fue una operación sencilla, porque el ejercito del dictador ya había sido aniquilado en la primera guerra y éste había optado por no rearmarse con la esperanza de que así le dejasen tranquilo en su tiránico país. Lo que ni el nuevo emperador, ni sus consejeros previeron es que ya no quedaban insurrectos que esperasen como agua de mayo la llegada del ejercito salvador, porque todos habían muerto en las represalias del dictador; sólo quedaban fieles a éste, que veían al ejército del emperador no como tropas de liberación, sino invasoras. El emperador decidió ahorcar al dictador pensando que muerto éste, sus fieles se disolverían; sin saberlo estaba abriendo la caja de Pandora, y donde antes había un dictador surgieron decenas, cientos, miles y cada uno con su pequeño ejército, más o menos preparado, pero fieles a sus líderes hasta la muerte.

    Entonces, los ciudadanos del imperio pensaron que no era cierto lo que hasta entonces habían pensado de que el emperador padre había sido un mal gobernante porque no había entrado a sangre y fuego en los palacios del dictador, ejecutándolo y haciendo escarnio público de él, sino que era un gran estadista que había previsto lo que podía pasar, que ése era un país de bárbaros que no tenían solución y que había sido mejor dejar la situación como estaba. El emperador hijo, viendo lo bien que el pueblo hablaba de su padre decidió unirse al coro de alabadores, haciendo por todo el imperio fiestas en su nombre que duraron meses.
    En medio de tanta fiesta, nadie parecía recordar que las tropas del imperio aún estaban luchando contra las guerrillas surgidas en el país del dictador, siendo diezmadas a cada nueva embestida.

    El pergamino donde estaba escrita la historia se deterioró con el paso de los siglos y no se conoce su final, pero ningún final bueno es previsible.
    NOTA 1.- Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
    NOTA 2.- Ahora somos mucho más civilizados que en la antigüedad.
    NOTA 3.- Honra a tu padre y a tu madre, es tu responsabilidad; pero no cometas, ni disculpes sus errores simplemente por ser quienes son.
    NOTA 4.- Como tengamos que esperar a que una nueva generación siga la tradición y haga bueno al hijo del emperador, apañados vamos.

    26 diciembre 2006

    061226 de intimidades

    No es conveniente realizar viajes en determinadas fechas. Nosotros lo hicimos para ir a casa de mis padres a celebrar la Navidad; celebrar por decir algo, porque suele ser una reunión en la que se junta una tropa, todos con intereses distintos en cuanto a horarios y comidas y, para colmo, con mis padres agobiándose por todo, por la gente, por los horarios, por las comidas, en fin, por todo. Es una competición de pressing-catch psicológico en el que día sí, día también estamos tentados de arrojar la toalla. Pero también es una carrera de fondo en la que gana el que aguanta y sabe reservar fuerzas.

    Después de trabajar cogimos el coche para ir al pueblo; no es un trayecto largo, apenas hora y media por buena carretera, pero si a esto unes que ya llevábamos más de 14 horas desde que nos levantamos por la mañana, que me tocó ir a comprar las ultimísimas compras de Navidad, que mi mujer venía en tren y por alguna extraña razón no le expliqué bien cómo llegar y se bajó en la parada anterior y tuvo que esperar al siguiente tren y que nada más entrar por la puerta de casa de mis padres empezó a darme ese tufillo rancio de casa vieja, pues eso, que me dio un bajón y lo único que quería era irme a dormir, bien acompañado por supuesto, pero a dormir.
    En la cruda estepa manchega el frio se cuela por las rendijas, así que para no iniciados como mi mujer, lo mejor es hacerse con una buena remesa de mantas para la cama; 7 en este caso. Y aún así, normalmente no es suficiente. Puesto que ella había dormido algo en el viaje, ahí estaba mi mujer intentando mantenerme despierto y yo dando cabezazos y dormitando. Después de varios intentos, para intentar despertarme, me pidió un masaje de pies, que me encanta dárselo y, modestamente, creo que no lo hago mal del todo y entonces consiguió despertarme, sí, sobre todo cuando me puso el témpano de su pie en mi muslo. No me caí de la cama de la impresión porque el frío me tetanizó el resto del cuerpo y me quedé agarrotado. Niña, ese frío no es normal, háztelo mirar. La gente normalmente colabora con el medioambiente reduciendo el consumo, mi mujer combate ella sola el cambio climático con sus pies; tenemos un sumidero de calor en nuestra cama (debajo de 7 mantas) capaz de tragarse todos los desmanes del Jorge W. Arbusto ese. Bueno, al menos consiguió que me despertara; el tema es que después del masaje la que dormitaba era ella.
    Y que no había manera de hacerla viva, oye. Todo un año esperando la convocatoria del GlobalOrgasm y va y se duerme. En fin, ya no toca hasta el año que viene; para entonces ya sé dos cosas: que tengo que irme a la cama con traje de neopreno y que los masajes de pies son contraproducentes.

    22 diciembre 2006

    061222 de iniciativas

    En estas fechas en las que todo el mundo se desea lo mejor, sólo hay que abrir las noticias para darte cuenta de que la vida no es tan fácil.

    De todas formas, aunque no tenga que ver con la Navidad, rebuscando entre tanto desastre, siempre se puede encontrar alguna iniciativa curiosa, como ésta del orgasmo global por la paz, coincidiendo con el Solsticio de Invierno, el viernes 22 de diciembre.
    www.GlobalOrgasm.org
    http://www.cadenaser.com/articulo/sociedad/Convocan/orgasmo/global/paz/csrcsrpor/20061222csrcsrsoc_2/Tes/

    En fin, ya digo que no está muy relacionada con la Navidad, pero creo que puede ser lo que más se aproxime a ese espíritu de paz, amor, fraternidad, ... Bueno, fraternidad no; dejémoslo en buenas intenciones.

    Tenía una larga lista de deseos para el año que viene, pero me conformo con seguir teniéndoos cerca un año más.

    Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.

    20 diciembre 2006

    061220 de necesidades

    Hace tiempo que opté por no dar limosna; no es que no entienda que hay gente necesitada, sino que algunos han conseguido quemarme.

    El primero del que tengo consciencia es un señor más o menos arreglado que me abordó por la calle diciéndome me necesitaba unas monedas para llamar por teléfono al hospital porque habían ingresado a su mujer y no recuerdo cuantas penalidades más. Pardillo de mí, busqué sin éxito alguna moneda en mis bolsillos, pero nada encontré, ni un mísero duro de los de antes. Al día siguiente me volvió a abordar el mismo señor, en el mismo lugar y con la misma historia. “Pues espero que alguien te diera monedas ayer, porque si aún no has llamado, es posible que tu mujer esté ya criando malvas”; reconozco que no es una respuesta muy elegante, pero creo que el personaje captó la nada sutil indirecta porque se alejó de mí sin decir palabra. Por tercera vez me abordó un día más tarde, pero esta vez sólo balbuceó algunas palabras cuando me reconoció y se giró como si no nos hubiésemos visto.

    Años más tarde recuerdo a un chaval en Ferrol que me pidió unas monedas para volver a su aldea, que se había quedado colgado en la estación de autobuses y le faltaban 100 pesetas para el billete. A la semana siguiente me volvió a suplicar ayuda porque se había vuelto a quedar colgado, pero esta vez su aldea natal era otra distinta. Esta segunda vez le di una solución práctica, le dije que anduviese unos 5 kilómetros hasta el otro lado de la Ponte das Pías, que ahí el billete era 100 pesetas más barato, y así dejaba de tocarnos …, bueno, lo que no tenía que tocarnos.

    Por último, hace no mucho un par de pijitas venían por la calle y al llegar a mi altura una se giró hacia mí y me pidió una monedas; perplejo, apenas pude reaccionar ante lo que considero soltura a la hora de humillarse y sólo pude responderle que si en algún momento se me pasaba por la cabeza dar limosna, se la daría, por ejemplo, a un hombre harapiento que a una cincuentena de metros de nosotros rebuscaba dentro de una papelera y no a una Barby recién salida de su caja como ella. No pareció importarle mucho, la verdad; de hecho dudo que se diera por aludida.

    Me duele de un modo egoísta porque en alguna situación podría verme en soluciones parecidas pero reales y que la desconfianza haga que sólo coseche desplantes. Lo siento por aquellos que sinceramente necesitan mi ayuda, pero éstas y otras vivencias me han endurecido.

    Pero como digo, del mismo modo que deje de dar limosna, ahora vuelvo a llevar unas monedas en mi bolsillo. Me siguen pidiendo a cada paso con las más variadas e inverosímiles razones, sí, pero éstas están ya reservadas; después de oír la dramática situación de la señora Presidenta de la Comunidad de Madrid que con un sueldo de 8 000 euros no consigue llegar a final de mes, le tengo guardadas estas monedas en las que he escrito la leyenda: Resiste, Esperanza, aunque no lo parezca siempre hay luz al final del tunel.

    Póbrecilla; y aún habrá mileurarios de esos tan comodones que no quieren marcharse de casa de sus padres que no aprecien a esta promujer.

    04 diciembre 2006

    061204 de bebidas

    Si bebes, no conduzcas … y en algunos casos, mejor ni salgas de casa.

    El sábado fuimos a celebrar la Cena de Navidad, con un mes de adelanto casi. Como esto siga así, vamos a celebrar la Cena de Navidad mezclados con Capuchinos de Semana Santa; “¿Tú de que vas?”, “Yo voy de entierro, ¿y tú?”, “Pues yo de bautizo. ¿Y cómo dices que se llamaba el difunto?”, “Jesús”, “¡Coño, igual que el de bautizo!; si es que este mundo es un pañuelo”.

    Pues eso, que fuimos a cenar y después, para satisfacer a nuestras mujeres, fuimos a bailar, o al menos eso intentamos.

    Fue una noche extraña.

    Al primer sitio al que fuimos, una de las del grupo nos presentó a una amiga con la que había coincidido. Muy educado fui a darle un par de castos besos. En fin, como eso de dar besos con las manos a la espalda está bien para las figuritas de Lladró pero es un rato incómodo porque en la vida real te puedes desequilibrar, tengo la costumbre de alargar también mi mano y coger a la chica por la cintura (¿coger o tomar, que nunca lo tengo claro?; bueno sujetar a la chica por la cintura). Pero en este caso, sea porque la chica era bajita, sea porque estaba demasiado agachada, mi mano terminó en uno de sus pechos. De soltero estas anécdotas están bien, porque ya tienes la mitad del camino andado con ella, pero de casado no es lo mismo, y no porque las comparaciones sean odiosas, que no tengo queja ninguna, sino porque te das cuenta de que ya no puedes sacarle partido a esas, digamos, casualidades del destino.

    En el segundo garito había un grupo de anoréxicas y siliconadas Venus flotando en la música. Esto para los amantes de los sacos de huesos puede estar bien; yo en cambio notaba cómo mis arrítmicos michelines se zarandeában de lado a lado mientras intentaba sin mucho éxito seguir su ritmo. Imposible. Al final subieron al escenario unas go-goes ligeras de ropa y pechos, y decidimos que nuestra humillación pública había llegado a su fin, por lo que era el mejor momento de una honrosa retidada. Bueno, realmente lo decidieron las mujeres, que nosotros estábamos dispuestos a sacrificarnos y formar parte de la babeante plebe de mirones que las rodeaban.

    Por último fuimos a un antro lleno de humo, música pachanguera y borrachos. Procuramos hacernos hueco en la pista y entre rumba, salsa y ritmos varios conseguimos formar un círculo. En un momento dado una de las chicas que por allí pululaban y que debía estar en celo, aparte de borracha, decidió que alguno de nosotros, o todos, que eso aún no está claro, iba a ser su plato principal esa noche.

    Dios mío, era como ver un documental de La 2 en pantalla panorámica; con movimientos espasmódicos empezó a acercarse y a hacerse hueco entre el personal. Comenzó a sobarse a través de su ajustada blusa de tirantes mientras subía y bajaba hasta casi sentarse en el suelo, al tiempo que su minúscula falda bajaba y subía hasta casi llegarle a la cabeza.

    Sus más que generosos pechos envestían a los circundantes para hacerse hueco. Y vaya que si se lo hacía; teníamos miedo de que nos sacase un ojo con un pezón.

    Visto que no conseguía sus objetivos, sacó su artillería pesada y nos brindó una serie de posturitas y movimientos que ni la propia autocensura de las películas porno permitiría en sus proyecciones.

    Para llamar la atención (¿más aún?) decidió acompañar la música con silbidos; se acercó a mí y haciendo un extraño malavar con la lengua me dijo que no sabía silbar porque no sabía cómo había que poner la lengua, que si le enseñaba. Uf, … uf, uf, uf; sopesando la situación le dije que tampoco yo sabía silbar. Frunció el ceño y dio unos pasos hacia atrás. La verdad es que se podía haber buscado otra excusa, porque silbar sí que silbaba; de hecho, dejó sordos a varios del garito y hasta las ovejas de mi pueblo se pusieron firmes al oírla.

    Volvió a la carga y esta vez se posicionó detrás de otro de los nuestros, lo agarró por la cintura y comenzó a restregarse contra él. Cuando sintió el sudoroso cuerpo en su culo, intentó dar un par de pasos para separarse de ella, pero ésta lo trincó aún más fuerte, de modo que era una patética representación de un animal de cuatro patas en las que las de delante intentaban andar y las de atrás se negaban a ello. Cuando por fin consiguió zafarse, su cara de pánico daba muestras de lo poco que le había gustado el achuchón.

    Finalmente entró en el círculo que habíamos formado e intentó restregarse con todos y cada uno de los que allí estábamos, independientemente de que fuera hombre o mujer, aunque creo que esto era más porque su estado etílico no le permitía ver más allá de bultos a un palmo de sus narices.

    Tampoco consiguió mucho; tuvo que ser frustrante para ella, casi tanto como lo ha sido para nosotros la mayoría de las noches que hemos bebido de más y nos hemos empeñado en demostrar que Travolta a nuestro lado es un aprendiz. Nos viene bien una noche de éstas de vez en cuando para saber lo que se siente al otro lado; no sólo me refiero a los hombre para saber lo que se siente al tener un personaje babeando alrededor nuestro, sino también a las mujeres que no se dan cuenta de los esfuerzos inadvertidos que muchas veces tienen lugar a pocos metros de ellas.

    Por fin las chicas decidieron que ya nos habían sobado suficiente y que tocaba irse a casa. Uno de nuestros maltrechos compañeros tuvo que pasar al lado del pulpo para coger su abrigo y volvió a caer en sus ventosas; consiguió zafarse esta vez justo cuando llegaba yo a su altura. La chica se volvió a mí y me preguntó “¿éste es chino, no?”, como intentando encontrar una razón a su falta de éxito. “Pues creo que sí”, le dije; espero que con eso se quedase su conciencia traquila y pudiese dormir (la mona) en paz. La diferencia cultural siempre es un blanco fácil para nuestras frustraciones y fracasos.

    Parte de bajas (entre otras):
    Isabel: con una luxación en un brazo provocada por un tetazo.
    Álvaro: en estado catatónico; si es que estos niños no están para nada.
    Cris: afónico después de dar un grito de espanto cuando la chica se le agarró a la cintura.
    Pedro: bueno, a Pedro nada, porque, para variar, no se enteró de las 2 horas de espectáculo de naturaleza salvaje en estado puro.