La jugada puede salirles redonda.
Hilary hizo una jugada bastante enrevesada; como la política internacional no era propicia aún para que una mujer encabezase el gobierno del imperio, espero, aprovecho que mi marido es presidente para hacerme un hueco en la política nacional, ocupo durante un tiempo un escaño e inicio el asalto a la presidencia. Enrevesado, pero lógico.
España es diferente y las cosas las hacemos más complicadas. Ana ha hecho algo parecido, pero rizando el rizo. Aprovecho que mi marido es presidente para no darme a conocer, sus cagadas serían un lastre para mi carrera política, lo convenzo para que se jubile porque para eso soy quien lleva los pantalones en casa, me busco un hueco en un ayuntamiento grande en el que tenga opciones reales de estar en el gobierno, me alzo como número 2 procurando estar tapada y sin que nadie sepa mis escasas cualidades, aupo al alcalde como alternativa a la dirección del partido, en las próximas elecciones generales promuevo que vaya al congreso y ahí se presentan 2 alternativas: si ganamos, se pone de ministro y si perdemos, que es lo más probable, damos un golpe de timón y se queda como líder del partido en el Congreso donde tiene su acta de diputado. En cualquiera de los 2 casos, soy alcaldesa de la capital. Qué menos.
Tiene vista esta Botella.
Gallardón tampoco lo hizo mal; sus posibilidades de llegar a la dirección de Génova se veían frenadas por la omnipresencia de Aguirre y su relación de odio mutuo. El camino a la Moncloa pasa por tragar carros y carretas y poner a la mujer del presi como número 2 de su candidatura municipal.
Hay caminos llenos de piedras y baches; éstos, como las calles de Madrid tras una noche de botellón, están plagados de botellas y esperanzas frustradas.
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