He hablado hoy con un compañero de la universidad (economista, máster, doctor, ...) y me decía que estaban estudiando el caso de la posible independencia de Cataluña. Según sus cálculos, en el primer año de independencia bajarían a unos ratios de renta per cápita por debajo de los de Chipre y que la necesidad de rescate sería inevitable.
De salida del tunel, ni se atrevía a hablar. 15, 20, 30 años, quizás nunca.
El presidente de la CEOE, catalán como Mas, ha dicho que la opción de la independencia sería mala para España y mala para Cataluña.
El presidente Mas ha errado el tiro. Ha pensado que era un buen momento para pedir su reclamación independentista aprovechando el mal momento de España, igual que Cuba y Filipinas aprovecharon el 1898, pero se ha encontrado con que las circunstancias son distintas.
Y ahora se encuentra ante la disyuntiva de seguir adelante, con lo que se arriesga a hundir el país, su país, su nonato país, o recular, con lo que quedará en entre dicho ante su electorado y ante el resto de España, que no se planteará que recula por una visión de estado, sino porque ha hecho cuentas y no le sale a cuenta económicamente, la pela es la pela, y no sería entonces cierto eso de que Cataluña da más de lo que recibe.
Una cosa sí ha conseguido. Sólo dos ejemplos:
Este fin de semana pasado hubo manifestación de funcionarios en Madrid; unos que se cruzaron con unos manifestantes con banderas catalanas decían: "Mira estos; ¿por qué no van a manifestarse a su país?".
Y otra, hablando del tema con unos conocidos decían: "Que se quieren independizar, que se independicen. Y si me piden el voto, diré como Guardiola, aquí está mi voto para la independencia".
Los problemas de Cataluña no están en los políticos de Madrid, están en los políticos de Cataluña. Y estos seguirán ahí ponga en el pasaporte español o ponga catalán.
¿Qué salida le queda ahora? En un país civilizado la dimisión.
Aquí, seguirá en su puesto entre los aplausos endogámicos de los suyos.
Lamentablemente, muy posiblemente el daño esté ya hecho.
Cataluña y España, dos países a los que unen sus diferencias y separan sus semejanzas.
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