Un clavo saca otro clavo. Aquí un extremismo puso otro. Cuando nadie daba un duro por él, Zapatero se encontró con las llaves de la Moncloa. Los integristas sembraron los Cercanías de bombas y consiguieron varios de sus objetivos.
Por un lado derribaron un Gobierno que se había metido en el fango de la guerra desoyendo a sus propios ciudadanos. Por otro, el nuevo Presidente antepuso el talante al Estado y forzó la espantada del Ejército de Irak. Es cierto que era un ejército de ocupación metido en una guerra ilegal, pero una cosa es salir del avispero iraquí que sin duda era de justicia hacerlo y otra muy distinta es mostrar tu debilidad. Y evidentemente quedamos con el culo al aire.
Más que extremista, Zapatero es periférico. Piensa que el talante es alejarse del centro, de cualquier centro.
Económicamente ha optado por los dos extremos y en el nuevo IRPF quienes salen beneficiados son los ricos y los pobres; la pobre clase media vamos a tener que soportar el peso de las cargas sociales para los más desfavorecidos y los favores fiscales a los más pudientes.
Socialmente se favorecen matrimonios homosexuales (que ya era hora de que lo hiciéramos) y divorcios.
En cuanto a vivienda, a muy jóvenes o a muy mayores, a quien no tiene casa o a quien tiene muchas para alquilar. El resto, en el limbo.
En política nacional ayuda a los fascistas batasunos y se apoya en los independentistas de izquierda catalanes. En política internacional ha puesto de ministro a alguien que se desvive por agradar a países extranjeros incluso a costa de despreciar a los nacionales.
El ejemplo de este extremismo periférico lo representa Madrid; dio por perdida la batalla antes de empezar, no le interesaba que lo identificasen con el centro, y no sólo mantuvo como cabeza de cartel para la Comunidad a quien demostró hace cuatro años que no era capaz de poner orden en sus propias filas, sino que ha regalado la alcaldía poniendo a un desconocido técnico carente de las más elementales habilidades políticas a pelear con el rey de la demagogia. Sólo el PP cometió una torpeza igual cuando quemó al quizás prometedor Suárez Illana ante Bono, correy de la demagogia cuando estaba en activo. Hubiera sido interesante un enfrentamiento por la corona entre Bono y Gallardón; lástima que el talante nos haya privado de ese espectáculo.
1 comentario:
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