Ayer tuve mi primera experiencia.
No sé, llevaba mucho tiempo esperando; sabía que tarde o temprano este momento llegaría, era sólo cuestión de esperar.
El que me haya ocurrido a mis 35 años es algo anecdótico. Hay quien es más precoz y pasa por ello antes de los 18 años; yo, sencillamente, no he tenido la oportunidad. Bueno, sí que la he tenido, pero supongo que andaba con pies de plomo y sencillamente pasaba inadvertido.
Lo cierto es que no lo busqué, sencillamente pasó.
Es verdad que aunque esperado, en cierto modo también era temido. No sé, mi inexperiencia lo veía como algo traumático, doloroso, por lo de los puntos y eso. Tengo que reconocer que mis reticencias, aunque fundadas, no se cumplieron en su totalidad; a pesar del mal momento inicial, no fueron necesarios puntos y todo transcurrió relativamente fluido, aunque no sé si esa es la palabra más adecuada.
Cuando se dirigió a mí, siempre llevó la iniciativa, sentí un escalofrío que recorrió mi espalda.
Ya está, pensé, ha llegado el momento.
Podía haber intentado escapar, qué sé yo, seguir adelante como si no lo hubiese visto. Esa no era la solución; había que enfrentarse a la realidad, y él era mi realidad.
Su trato fue cortés. Por algún motivo siempre me trató de usted; no sé serán las costumbres. No dudó en utilizar mi nombre de pila para inspirarme confianza; lo consiguió. Su voz, grave, aún retumba en mi cabeza.
Me dejé llevar; él era el profesional y yo sólo un novato a su merced.
Con el paso de las horas voy recordando detalles sin importancia; ayer apenas podía hacer nada, estaba en una nube. Me dijo que iba muy lanzado, aunque no me lo pareció; daba a entender que era yo quien me lo había buscado, como si mi subconsciente me hubiera guiado. Intenté encontrar alguna excusa, pero no era el momento; tampoco creo que hubiese conseguido nada.
Apenas recuerdo su cara, es curioso. Tenía barba, creo. O perilla. No sé. Siempre he soñado con este momento, en cómo sería, pero nunca me he planteado que no me quedase ni siquiera con su cara. Podía volver a encontrármelo y no lo reconocería. Supongo que él a mí tampoco, soy sólo uno más en su ajetreada agenda laboral, sólo un número en una carretera perdida.
No sé si lo hace con todo el mundo o si es lo normal en los de su profesión, supongo que sí, pero al terminar me ofreció una rebaja, un descuento. No sé si mi cara de niño bueno tuvo algo que ver, o si simplemente es una cuestión de no complicarse la vida, su vida. Lo normal es que no me vuelva a ver nunca, pero siempre es bueno un cierto toque de amabilidad para terminar; la vida da muchas vueltas y no sabemos nunca si nos vamos a volver a encontrar.
En 10 minutos todo había acabado; 100 euros por 10 minutos (70 con el descuento), no está mal, eso no lo gano yo todos los días.
En fin, lo de menos es el dinero. Ahora sólo me queda mirar adelante y decidir qué hago con mi vida. No es que haya sido un cabeza hueca, no, más bien al contrario, siempre he intentado seguir lo establecido. Estoy ante una encrucijada: por un lado seguir adelante con mi vida de engaño como hasta ahora o reconocerlo y cambiar, aceptar mi nueva condición. Entiendo lo duro que puede llegar a ser para la gente cuando la situación sale a la luz, qué pensarán de ti, tus padres, tus amigos, lo entenderán, lo aceptarán. Has perdido tu inocencia, ya no eres ese chico ingenuo incapaz de romper un plato. No, ahora has cruzado la línea, ahora tienen la certeza de que no has seguido las reglas, y eso asusta.
Creo que tengo que aceptar todas las consecuencias. Sucedió, nada ni nadie puede cambiarlo. Aunque no me gustase, creo que podré asumirlo. Sí, es lo mejor. Hay que reconocerlo, hacer frente mi nueva situación.
Desde este blog hago público que desde ayer entro a formar parte activa de los multados por la Guardia Civil. Ya está, ya lo he dicho. No es algo que me enorgullezca, tampoco sé cómo pasó, ni siquiera si realmente fue así; supongo que sí. Al comienzo de una zona con limitación de velocidad a 70 me cazaron a 92 kilómetros por hora. No ha habido puntos, pero sí una sanción de 100 euros (70 con la rebaja).
Tengo mis dudas al respecto, por mi inexperiencia y eso. ¿Alguien sabe si esto se puede recurrir, si tengo alguna opción? Sigo sosteniendo que no iba tan lanzado, entre otras cosa porque el coche no tira y este es un tramo en cuesta; vamos, que hay veces que los ciclistas me adelantan por el arcén y sólo les oigo decir -ooooón.
En fin, me tocará pagar; no tengo enchufe para librarme.
2 comentarios:
Bienvenido al club de los desvirgados, al club de los mal mirados, al club de mayor socios de este pais, no no no, no me refiero al Real Madrid, y aunque modesto... tampoco al del Geta, es el club en el cual todas y todos tarde o temprano, pasamos a formar parte, si si tú que piensas que nunca entrarás... tambien, tarde o temprano a tod@s nos llega la hora, eso sí, el día que me hice del club a mí solo "me cobraron" 800 pesetas, la verdad es que a día de hoy se ha puesto muy cara la "matrícula", lo mejor, y no es por darte envidia es empezar a formar parte lo antes posible, ¡imaginate! lo que les costará la matrícula en el futuro, a los que todavia no son socios.
¡Viva la Guardia Sivil!
No te aflijas hombre por tan poca cosa, por experiencia te dire que yo siendo Guardia Civil de Tráfico, fui multado por exceso de velocidad, estaba señalizado a 60 y pase a 75, me pusieron una multa de 2000 ptas en el año 79, cuando la pague en correos, me puse en contacto con los compañeros de Almeria y nos tomamos unas cervezas celebrando dicho acontecimiento, ya que fui desvirgado con la misma medicina que yo aplicaba en Barcelona. Un saludo tengo 62 años y no me ha pasado nada mas desde entoces.
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