Ya están disponibles las últimas aventuras de Mr Bean. Sus seguidores podrán disfrutar con gags y tics esta vez con el resto de europeos como protagonistas.
El argumento es sencillo. Básicamente, un señor que hace cosas rarísimas, que se rodea de freakies como él, que se cree tocado por el dedo divino, pero a quien todo le sale mal y que cuando le sale bien no sabe el porqué. Lo único que es seguro es que todo el que lo rodea sale salpicado de desastres.
Como digo, los protagonistas esta vez son los europeos, que se acercan a él a sabiendas de que es un bicho raro y que salen con el rabo entre las piernas, desquiciados e intentando salvar los muebles.
Al final, tengo la sensación de que con su desastrosa gestión se pierde una de las Joyas de la Corona y todos salimos perdiendo. Todos, menos quienes cobran la pieza, claro.
El argumento es sencillo. Básicamente, un señor que hace cosas rarísimas, que se rodea de freakies como él, que se cree tocado por el dedo divino, pero a quien todo le sale mal y que cuando le sale bien no sabe el porqué. Lo único que es seguro es que todo el que lo rodea sale salpicado de desastres.
Como digo, los protagonistas esta vez son los europeos, que se acercan a él a sabiendas de que es un bicho raro y que salen con el rabo entre las piernas, desquiciados e intentando salvar los muebles.
Al final, tengo la sensación de que con su desastrosa gestión se pierde una de las Joyas de la Corona y todos salimos perdiendo. Todos, menos quienes cobran la pieza, claro.
Y no es que E-on sea santo de mi devoción, pero sí que tengo que reconocer que me parecía más solvente que Enel.
En esta Semana Santa, vuelve a recobrar sentido la frase “se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. ¿Por qué los políticos se creen que su escaño es su coto particular?; quizás por eso les cueste tanto despedirse del asiento. Veremos cómo termina este nuestro camino al calvario nacional.
Una cosa tengo clara, de partida ya hemos perdido, porque después de esta bufonada vamos a tener difícil recobrar cierto prestigio internacional.
En esta Semana Santa, vuelve a recobrar sentido la frase “se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. ¿Por qué los políticos se creen que su escaño es su coto particular?; quizás por eso les cueste tanto despedirse del asiento. Veremos cómo termina este nuestro camino al calvario nacional.
Una cosa tengo clara, de partida ya hemos perdido, porque después de esta bufonada vamos a tener difícil recobrar cierto prestigio internacional.
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